miércoles, 6 de enero de 2021

El Mitico Roberto Cambaré


Roberto Cambaré nacía el 16 de Agosto de 1925 en Balcarce, Provincia de Buenos Aires. Su verdadero nombre es Vicente Cambareri y fue un reconocido músico guitarrista, autor y compositor. Adoptó su seudónimo por consejo de Horacio Guarany, a quién acompañó con la guitarra al iniciar su carrera profesional en 1959. Guarany llevó al éxito algunos (La zamba “Angélica” por ejemplo) temas musicales de Cambaré. El escenario del Anfiteatro “Saverio Bonazza”, en Balcarce lleva el nombre de “Roberto Cambaré” a modo de homenaje. Escribió en 1979 su autobiografía, la que lleva por nombre “Cholito y yo”.
Compartió escenario con múltiples artistas hoy celebrados a lo largo del país. La zamba “Angélica”, fue versionada en muchísimas ocasiones.
Roberto Cambaré manifestó "Yo viví en Salsipuedes – es el pueblito de Córdoba del que habla la zamba -, hace por lo menos 12 años. Era y sigo siendo soltero. Conocí allí a una niña morocha, de cabellos largos flotando sobre la espalda, no muy alta, delgada, un lindo tipo de criollita. Nos entendíamos con los ojos, mas que hablarnos. Fue un idilio de un mes, pues ella –verdaderamente- volvía a Buenos Aires. No hubo enojo oficial, pero si cierto distanciamiento entre los dos. Se llamaba como en la zamba: Angélica"


viernes, 20 de noviembre de 2020

Contame una historia: un éxito de audiencia en LU2


La emisión radial nació tras la idea de difundir artistas locales en un momento adverso para la actividad musical.

El programa que se emite los sábados de 22 a 24 hs por la radio líder de Bahia Blanca, LU2 AM 840, “Contame una historia” -como el tango del poeta bahiense Mario Iaquinandi con música de Eladia Blázquez-, en poco tiempo se ha convertido en un éxito de audiencia, con la fórmula simple de rescatar a personajes y hechos históricos de la cultura bahiense y promocionar a los valores actuales del amplio espectro cultural de la ciudad.
A través de la reproducción por radio de sus canciones, los artistas percibirán la retribución que les corresponde por AADI y SADAIC, siendo ésta también una forma de fomentar la oficialización de las producciones fonográficas.
El mismo es producido y co-conducido por el avezado escritor y productor cultural José Valle, junto a Gaby “La voz sensual del tango” cantante, autora, compositora, guionista y licenciada en Ciencias de la Comunicación.
La operación técnica está a cargo de Facundo Lupari y columnas mensuales de Carlos Benítez.
La participación especial del jovencito Galo Valle.
“Contame una historia” es un buen recurso para fortalecer la posición de los actores culturales de la ciudad que acompañan esta iniciativa, para visualizar la variedad y cantidad de hacedores de buena música de Bahía Blanca y para crear lazos entre la comunidad artística-musical.
El material emitido es seleccionado cuidadosamente, para que tanto el artista como el medio se vean beneficiados y las enriquecedoras entrevistas (realizadas telefónicamente en este contexto) dan un marco adecuado para lograr un clima único.
Los géneros contemplados dentro de la programación no tienen limitaciones más que el respeto por el público y la envergadura del medio.
Además de música, se comparten historias y anécdotas relacionadas con la cultura local y nacional.
Este maravilloso programa conserva huellas emotivas de aquélla radio de antaño que añoramos y de lo que no se debe perder en el actual universo del éter.
El programa fue declarado de Interés Municipal por el Honorable Concejo Deliberante de Bahía Blanca, tras el proyecto presentado por el concejal Carlos Quiroga y aprobado por unanimidad en la sesión del pasado 25 de junio.

jueves, 3 de septiembre de 2020

Chabuca Granda el centenario de su nacimiento

María Isabel Granda y Larco, conocida mundialmente como Chabuca Granda, es una reconocida cantautora y folclorista peruana de Cotabambas, Apurímac. A una edad temprana descubrió sus aptitudes musicales, que le permitieron formar parte del coro de su colegio y estudiar piano.


En su adolescencia, Chabuca Granda conformó el dúo “Luz y Sombra” con su amiga Pilar Chamaca Mújica, quiénes cantaban en Radio Nacional, Radio Miraflores, entre otras estaciones de radio. En 1937, Chabuca ya dirigía un programa para artistas aficionados en una de las radioemisoras de su país. Tres años después, la artista integró un trío con Martha y Charo Gibson, interpretando canciones populares mexicanas de la época.
Algunas de sus melodías fueron inspiradas en la vida de personas reales, una de ellas es “La Flor de la Canela”, un vals compuesto para Victoria Angulo, una mujer afrodescendiente. Su tema la sitúo en la esfera internacional, grabándose y traduciéndose en 30 idiomas. También, dedicó parte de sus canciones a sus compatriotas Violeta Parra y Javier Heraud.
Entre los temas de mayor éxito se encuentran “Fina Estampa, José Antonio y el Puente de los Suspiros”. Su personalidad se reflejaba en sus letras, dejando en ellas una muestra de su energía, alegría por la vida, naturalidad, elegancia, incomparable sensibilidad artística y pensamiento poético.
Chabuca logró mezclar el lenguaje moderno de sus letras con las melodías convencionales del vals peruano, por lo cual, es considerada como vanguardista y tradicional al mismo tiempo. Durante su trayectoria artística de más de 16 años, incursionó en variedad de ritmos como el tondero, vals criollo, marineras, danzas afro-peruanas y aborígenes.
La producción discográfica de la compositora excede las 100 canciones y se especula que existen decenas de temas inéditos. Sus letras han sido interpretadas por innumerables intérpretes a lo largo de todo el mundo, entre ellos María Dolores Pradera, Julio Iglesias y Placido Domingo.
Como homenaje póstumo en Argentina una calle lleva su nombre, en Santiago de Chile y en España dos Plazas llevan el nombre de la artista, y en su natal Perú una alameda capitalina es llamada Chabuca Granda, además, se colocó un busto y una placa conmemorativa en el Puente de los Suspiros en Lima.
La relación de Chabuca Granda con la Argentina fue muy estrecha. Luego de su muerte, en 1983, se encontró en su agenda un texto que hacía referencia a la Guerra de Malvinas del año anterior: "Dispón de mí, amadísima Argentina. Debe de haber alguna manera de entregar por ti mi vida a los 61 años, que para una guerra parecerían inservibles, pero te considero una causa justa y apropiada de morir por ella. Nada puedo decir para ayudarte a conseguir la paz, si tú has mostrado al mundo tus hijos y sus padres como el ejemplo más exacto del honor y del amor y de la voluntad por su tierra. La crueldad y la sinrazón de tu enemigo serán castigadas por la historia. Dios te ayude, amadísima Argentina. ¡Qué país eres! Te amo".

jueves, 25 de junio de 2020

La leyenda de la yerba mate

Cuenta una vieja leyenda guaraní que Yasí, la diosa luna, hace muchísimo tiempo quiso conocer la tierra y ver con sus propios ojos todas las maravillas que apenas podía ver entre la espesura de la selva, allá abajo.
 Un día con su amiga, Araí, la diosa nube, bajaron a la tierra en la forma de dos jóvenes hermosas. Cansadas de recorrer todo y maravillarse, buscaron un lugar donde descansar. Vieron una cabaña entre los árboles. Cuando se dirigían hacia ella para pedir donde dormir, descubren, agazapado, un yaguareté acechándolas en una roca cercana. Súbitamente, salta sobre ellas con las zarpas listas. Al momento, se oye un silbido. El yaguareté cae atravesado por una flecha, herido de muerte. El salvador era un cazador que al ver a las jovencitas indefensas, se compadece y también les ofrece la hospitalidad de su casa. Las muchachas aceptan y lo siguen, hasta la cabaña que habían visto antes. Al entrar el hombre les presenta a su esposa y a su joven hija, la que, sin pensarlo dos veces, les ofrece, una rica tortita de maíz, su único y último alimento. Cuando las mujeres se van a buscar el mejor sitio para las visitas, el cazador les cuenta que decidieron vivir solos en el monte, alejados de su tribu, para salvar y conservar las virtudes, regalo de Tupá, que tenía su bonita y bondadosa hija, un tesoro para ellos. Pasan la noche y a la mañana siguiente, Yasí y Araí agradecen sinceramente a la familia su hospitalidad y se alejan.
Una vez en el cielo, Yasí, no pudo olvidar su aventura en la tierra. Cada noche que ve al cazador y a su familia, recuerda su valentía y generosidad. Sabiendo de su sacrificio filial, decide premiar a su salvador con un valioso regalo para él, y para el tesoro que tanto cuidaban: la hija. Cierta noche, Yasí recorre los alrededores sembrando unas semillas mágicas. A la mañana, ya han nacido y crecido unos árboles de hojas color verde oscuro con pequeñas flores blancas. El hombre y su familia, al levantarse, contemplan asombrados estas plantas desconocidas que aparecieron durante la noche. De repente, un punto brillante del cielo desciende hacia ellos con suavidad. Reconocen a la doncella que durmió en su casa.
—Soy Yasí, la diosa Luna —les dice—. He venido a traerles un presente como recompensa de vuestra generosidad. Esta planta, que llamarán “caá”, nunca permitirá que se sientan solos y será para todos los hombres, un especial símbolo de amistad. También he determinado que sea vuestra hija la dueña de la planta, por lo que, a partir de ahora, ella vivirá por siempre y nunca perderá su bondad, inocencia y belleza-. Después de mostrarles la manera correcta de secar las hojas, Yasí prepara el primer mate y se los ofrece. Luego, regresa satisfecha a su puesto en el cielo.
Pasan muchos años y luego de la muerte de sus padres, la hija se convierte en la deidad cuidadora de la yerba mate, la Caá Yarí, esa hermosa joven que pasea entre las plantas, susurrándoles y velando su crecimiento. A ella, también confían su alma los trabajadores de los yerbales…

martes, 5 de noviembre de 2019

Un festejo sin precedentes por el Día de la Tradición en Bahía Blanca

El pasado domingo 3 de noviembre se desarrollaron los festejos por el Día de la Tradición en Bahía Blanca, en un evento organizado por el Sindicato del Personal de Industrias Químicas Petroquímicas y Afines, la Unión Recibidores de Granos y Anexos de República Argentina y el Club Midgistas del Sur, con la colaboración del Instituto Cultural de Bahía Blanca y un grupo de personas e instituciones bahienses, tras una idea de Julio A. Leguizamón (Sec. Gral. de SPIQPyA) y bajo producción de José Valle.
De izquierda a derecha: José Valle, Pablo Palacio, Julieta Centeno, Norman Fernández, Facundo García, Ricardo Margo y Julio Leguizamón.
…“Hacia el futuro, nuestra intención desde el principio, la idea original fue reivindicar nuestra tradición, recuperar un valor que es necesario para la sociedad. Es nuestro compromiso como generación retransmitirle a los más jóvenes algo que se viene perdiendo y que nosotros como ciudadanos, como argentinos debemos recuperar para las generaciones futuras. Un país se construye desde sus raíces, desde sus bases y la tradición es fundamental para eso que nos identifica, lo que nos diferencia como pueblo y es lo que nosotros debemos revalorar y difundir por lo tanto”… .Palabras de julio Leguizamón Secretario General de Químicos y Petroquímicos, dando por iniciados los festejos.
La apertura oficial tuvo lugar minutos después de las 11 horas cuando los locutores Sergio Donati, Paola Marco y Tato Ciraudo dieron la bienvenida al público presente, a las autoridades y organizadores y presentaron a la Banda Puerto Argentino del Batallón de Comunicaciones 181 dirigido por la Mayor Maestra de Banda Teresa Luna.
Tras un puñado de interpretaciones folklóricas y la canción Patria “Aurora”, llegó el momento del Himno Nacional Argentino al que se sumó la emotiva voz de Gaby “La voz sensual del tango” y la de una multitud que acompañó desde la platea.

Gaby 

Minutos después la piel volvía a erizarse y el corazón a latir agitadamente cuando la pista del midget se colmó por más de cien parejas que bailaron el Pericón Nacional (Foto de portada) tras la guía del bailarín Sergio Barriga que ofició de bastonero.
Tras la actuación de la banda militar, se escucharon acertadas palabras de Julio Leguizamón agradeciendo a quienes, con su colaboración, hicieron posible la realización de un sueño y la apuesta por la perpetuidad de esta fiesta de la argentinidad fomentando en los más jóvenes el amor por las cosas nuestras y el valor de la tradición como lo que nos identifica como pueblo.
Seguidamente Ricardo Margo, director del Instituto Cultural Bahía Blanca, destacó el trabajo realizado, el espíritu nacional que inundaba la jornada, el sol que, pleno, había decidido festejar la argentinidad.


A continuación, Pablo Palacio (URGARA), Facundo García (Club Midgistas del Sur) y los mencionados oradores hicieron entrega, junto a José Valle, de dos merecidas distinciones a la trayectoria: al Hogar del Anciano Adelino Gutiérrez en su 90 aniversario -que fue recibido por la senadora Julieta Centeno- y al periodista Norman Fernández, con más de 50 años de trayectoria en periodismo agropecuario.
El broche de oro para este primer episodio de una jornada rebosante de emociones fue la participación del cuerpo de baile del Centro Cultural “Creciendo con lo nuestro” dirigido por Dorita Ortiz.
Mientras tanto, en el sector de boxes, se desarrollaba el concurso de asadores bajo el ojo avezado del jurado oriundo de Miguel Riglos (La Pampa). Desde el mediodía, este sector se colmó de curiosos transeúntes tentados por el clásico e irresistible aroma del asado criollo.
Decenas de costillares, cocina criolla, bebidas espirituosas, comidas de diferentes latitudes y hasta una vaquillona de 200 kilos asada por los diestros Cristian Fabián Ohaco y Maxi Pérez, fueron el festín de los presentes que entre bocados y música pudieron disfrutar de los artistas y demostraciones que se realizaron en el escenario alternativo, al resguardo de la sombra que ofrecía la arboleda.
Duarte-Benedetti-Tártara Trío, Jorge Valette y su conjunto, el trompetista Jorge Máximo, Gastón Farherr, María Luisa D´Elia, Grupo Senderos y Alfredo Romero; Julio Pinto (soguero) y Sergio Zurita (ex jugador y actual árbitro de Pato), quien además de su charla explicativa ensayó tiros al aro con la “pelota de manijas” junto a parte del público presente, se llevaron la atención.
Los ganadores del torneo de asadores, tras una intrincada deliberación del jurado, fueron la pareja conformada por Aldo Zubiri como asador y Gustavo Schiundt como fogonero, representantes de URGARA. Miguel Alcaraz y Miguel Ángel Alcaraz (SPIQPyA), logaron el segundo puesto) y Roberto Echeverría y Luis Garrido el tercer lugar.

Pasadas las 15 horas, la actividad continuó en el escenario principal, allí se presentaron las agrupaciones “Martín Fierro” dirigida por Fernando Miró, “Fogón sureño” (bajo la dirección de Leonardo González), “Hermana tierra” (dirigida por Sergio Barriga) y Huella Sureña; los grupos Quara, La Síncopa, Evolución Folklore, Los del Huayra, Los Fortineros y Folklore Vivo.
En la pista arada, dos parejas de jinetes realizaron un clásico picado de polo, mientras Fabián Meoli brindaba una charla sobre el mencionado deporte.
La intervención de música y danza fue entrelazándose con el ya tradicional desfile gaucho encabezado por los Reseros del Sur que contaron con la colaboración de numerosas agrupaciones de la zona sumando en su elegante paseo a más de un centenar de jinetes con sus respectivos caballos y al show artístico de la Escuadra de Arte Ecuestre Pampa Mía que, nuevamente, como en 2018, volvió a emocionar hasta las lágrimas cuando bailarines de a pie, y equinos magistralmente conducidos por representantes de todas las generaciones bailaron por alrededor de 40 minutos dando cátedra de la afectuosa y recíproca relación que puede mantener el hombre con el caballo.
Tango, folklore, danzas argumentadas y coreografías varias conjugaron hombre y animal en una inolvidable actuación de los pampeanos.

El balance es más que positivo. Si la promesa era un nuevo día de la tradición en 2020, las más de 10 mil personas que acudieron al Club Midgistas del Sur convocados por el sentimiento nacional, pusieron el sello definitivo para el retorno el próximo noviembre.
La etapa final de la fiesta de la Tradición estuvo en mano de reconocidos artistas: el grupo bahiense encabezado por Homero Bimbo que ha trascendido la región con su música, “La otra parte”, y la violinista Alicia Cargniel que se presentó junto al grupo “Los Amigos Folk”.
El tango que estuvo presente de la mano de las consagradas intérpretes Nora Roca y Gaby “La voz sensual del tango” acompañadas por los prestigiosos músicos Víctor Volpe (piano) y Jorge Vignales (guitarra) junto a los bailarines María Rial y Jesús Infante.
Las damas hicieron vibrar al público con sentidas interpretaciones de “El alazán”, “Balada para un loco”, “Caminito” y “Adiós Pampa Mía” (entre otros) recibiendo del público el primer pedido de bis de la noche.

Germán Fratarcangelli, acordeonista, brindó seguidamente un vigoroso espectáculo que recibió un fervoroso aplauso de los presentes, y el cierre estuvo a cargo del Chaqueño Palavecino que ofreció piezas de su último material (“Seré y soy”) junto a sus clásicos inolvidables.

sábado, 11 de mayo de 2019

ROSAS Y EL CUATRERO

“Cuento lo que me contó Miró” (Mansilla)

Estamos en la estancia "del Pino". Mejor dicho: están tomando el fresco bajo el árbol que le da su nombre a la estancia, don Juan Manuel Rosas y su amigo el señor don Mariano Miró (el mismo que edificó el gran palacio de la plaza Lavalle, propiedad hoy día de la familia de Dorrego).
De repente (cuento lo que me contó el señor Miró) don Juan Manuel interrumpe el coloquio, tiende la vista hasta el horizonte, la fija en una nubecilla de polvo, se levanta, corre, va al palenque donde estaba atado de la rienda su caballo, prontamente lo desata, monta de salto y parte... diciéndole al señor Miró: “Dispense, amigo, ya vuelvo”.
Al trote rumbea en dirección a los polvos, galopa; los polvos parecen moverse al unísono de los movimientos de don Juan Manuel. Miró mira: nada ve, Don Juan Manuel apura su flete que es de superior calidad; los polvos se apuran también. Don Juan Manuel vuela; los polvos huyen, envolviendo a un jinete que arrastra algo. Don Juan Manuel con su ojo experto, ayudado por la milicia gauchesca, tuvo la visión de lo que era la nubecilla de polvo aquella, que le había hecho interrumpir la conversación. “Un cuatrero”, se dijo, y no titubeó.
En efecto, un gaucho había pasado cerca de una majada y sin detenerse había enlazado un capón y lo arrastraba, robándolo. El gaucho vio desprenderse un jinete de las casas. Lo reconoció, se apuró. Don Juan Manuel se dijo: “Caray..." De ahí la escena... Don Juan Manuel castiga su caballo. El gaucho entonces suelta el capón con lazo y todo, comprendiendo que a pesar de la delantera que llevaba no podía escaparse por bien montado que fuera, si no largaba la presa.
Aquí ya están casi encima el uno del otro. El gaucho mira para atrás y rebenquea su pingo (a medida que don Juan Manuel apura el suyo) y corta el campo en diversas direcciones con la esperanza de que se le aplaste el caballo a don Juan Manuel.
Entran ambos en un vizcacheral. Primero, el gaucho; después, don Juan Manuel; pero el obstáculo hace que don Juan Manuel pueda acercársele al gaucho. Rueda éste; el caballo lo tapa. Rueda don Juan Manuel; sale parado con la rienda en la mano izquierda y con la derecha lo alcanza al gaucho, lo toma de una oreja, lo levanta y le dice:
– Vea, paisano, para ser buen cuatrero es necesario ser buen gaucho y tener buen pingo... Y, montando, hace que el gaucho monte en ancas de su caballo; y se lo lleva, dejándolo a pie, por decirlo así; porque la rodada había sido tan feroz que el caballo del gaucho no se podía mover. La fuerza respeta a la fuerza; el cuatrero estaba dominado y no podía escurrírsele en ancas del caballo de don Juan Manuel, sino admirarlo, y de la admiración al miedo no hay más que un paso. Don Juan Manuel volvió a las casas con su gaucho, sin que Miró por más que mirara, hubiera visto cosa alguna discernible...
– Apéese, amigo – le dijo al gaucho, y enseguida se apeó él, llamando a un negrito que tenía. El negrito vino, Rosas le habló al oído, y dirigiéndose enseguida al gaucho, le dijo:
– Vaya con ese hombre, amigo.
Luego volvió con el señor Miró, y sin decir una palabra respecto de lo que acababa de suceder, lo invitó a tomar el hilo de la conversación interrumpida, diciéndole:
– Bueno, usted decía...
Salieron al rato a dar una vuelta, por una especie de jardín, y el señor Miró vio a un hombre en cuatro estacas. Notado por don Juan Manuel, le dijo sonriéndose.
– Es el paisano ése...
Siguieron andando, conversando... La puesta del sol se acercaba; el señor Miró sintió unos como palos aplicados en cosa blanda, algo parecido al ruido que produce un colchón enjuto, sacudido por una varilla, y miró en esa dirección. Don Juan Manuel le dijo entonces, volviéndose a sonreír, haciendo con la mano derecha ese movimiento de un lado a otro con la palma para arriba, que no dejaba duda:
– Es el paisano ése...
Un momento después se presentó el negrito y dirigiéndose a su patrón, le dijo:
– Ya está, mi amo.
– ¿Cuántos?
– Cincuenta, señor.
– Bueno, amigo don Mariano, vamos a comer...
El sol se perdía en el horizonte iluminado por un resplandor rojizo, y habría sido menester ser casi adivino para sospechar que aquel hombre, que se hacía justicia por su propia mano, sería en un porvenir no muy lejano, señor de vidas, famas y haciendas, y que en esa obra de predominio serían sus principales instrumentos algunos de los mismos azotados por él. Don Juan Manuel le habló al oído otra vez al negrito, que partió, y tras de él, muy lentamente, haciendo algunos rodeos, ambos huéspedes.
Llegan a las casas y entran en la pieza que servía de comedor. Ya era oscuro. En el centro había una mesita con mantel limpio de lienzo y tres cubiertos, todo bien pulido. El señor Miró pensó: “¿quién será el otro...?"
No preguntó nada. Se sentaron, y cuando don Juan Manuel empezaba a servir el caldo de una sopera de hoja de lata, le dijo al negrito que había vuelto ya:
– Tráigalo, amigo –. Miró no entendió.
A los pocos instantes entraba, todo entumido, el gaucho de la rodada.
– Siéntese, paisano – le dijo don Juan Manuel, endilgándole la otra silla. El gaucho hizo uno de esos movimientos que revelan cortedad; pero don Juan Manuel lo ayudó a salir del paso, repitiéndole – : Siéntese no más, paisano, siéntese y coma.
El gaucho obedeció, y entre bocado y bocado hablaron así:
– ¿Cómo se llama, amigo?
– Fulano de tal.
– Y, dígame, ¿es casado o soltero?... ¿o tiene hembra?...
– No señor – dijo sonriéndose el guaso – ¡si soy casado!
– Vea, hombre, y... ¿tiene muchos hijos?
– Cinco, señor.
– Y ¿qué tal moza es su mujer?
– A mí me parece muy regular, señor...
– Y usted ¿es pobre?
– ¿Eh!, señor, los pobres somos pobres siempre...
– Y ¿en qué trabaja?...
– En lo que cae, señor...
– Pero también de cuatrero, ¿no?...
El gaucho se puso todo colorado y contestó:
– ¡Ah!, señor, cuando uno tiene mucha familia suele andar medio apurado...
– Dígame amigo, ¿no quiere que seamos compadres? ¿No está preñada su mujer?–
El gaucho no contestó. Don Juan Manuel prosiguió.
– : Vea, paisano; yo quiero ser padrino del primer hijo que tenga su mujer y le voy a dar unas vacas y unas ovejas, y una manada y una tropilla, y un lugar por ahí, en mi campo, y usted va a hacer un rancho, y vamos a ser socios a medias. ¿Qué le parece?...
– Como usted diga, señor.
Y don Juan Manuel, dirigiéndose al señor Miró le dijo:
– Bueno, amigo don Mariano, usted es testigo del trato, ¿eh?...
Y luego, dirigiéndose al gaucho agregó:
– Pero aquí hay que andar derecho, ¿no?...
– Sí, señor.
La comida tocaba a su término. Don Juan Manuel, dirigiéndose al negrito y mirándolo al gaucho, prosiguió:
– Vaya amigo, descanse; que se acomode este hombre en la barraca, y si está muy lastimado que le pongan salmuera. Mañana hablaremos; pero tempranito, vaya y vea si campea ese matungo, para que no pierda sus pilchas... y degüéllelo... que eso no sirve sino para el cuero, y estaquéelo bien, así como estuvo usted por zonzo y mal gaucho... – Y el paisano salió.
Y don Mariano Miró, encontraba aquella escena del terruño propia de los fueros de un señor feudal de horca y cuchillo, muy natural, muy argentina, muy americana, nada vio...
Un párrafo más, y concluyo.
El cuatrero fue compadre de don Juan Manuel, su socio, su amigo, su servidor devoto, un federal en regla. Llegó a ser rico y jefe de graduación.
Lucio V. Mansilla 

viernes, 22 de marzo de 2019

La vida del vendedor ambulante que creó el mítico caramelo "Chuenga"

Jorge Eduardo Pastor transformó la palabra Chuenga, con mayúscula, es un nombre propio. Con minúscula, chuenga es algo así como la aproximación fonética castellana -más que castellana, argentina y más que argentina, porteña- a la expresión "chewing-gum", que en inglés significa "goma de mascar".
Y Chuenga anunciaba "chuengaáaaaaáaaaáaaaáaáaaáááá" en las cancha de fútbol, en los estadios deportivos, en las carreras. Llegaba, trepaba por las tribunas y se iba rápido. De un lugar se trasladaba a otro, siempre con las bolsas llenas de caramelos,
Empezó en 1932, en la vieja cancha de River de Alvear y Tagle, cuando debutó Bernabé Ferreyra y Cuello pasó de Tigre a River. Y trabajó hasta 1982, dos años antes de morirse.
Llevaba una bolsa de la que sacaba un puñado de caramelos masticables envueltos en papel. A decir verdad, era mucho más papel que caramelo. Eran pedacitos de un caramelo duro, blanco, con vetas de color y cortado irregularmente.
El envoltorio dejaba ver la golosina en el medio, entre dos grandes orejas amariposadas de papel. Y su unidad de medida, al mismo tiempo confiable y arbitraria, era el puñado. Eso tenía un valor ignoto. Era lo mismo un puñado de diez o doce caramelos. Chuenga metía la mano en la bolsa y entregaba lo que salía, en un gesto azaroso perfectamente estudiado.
José Pastor muere un 3 de diciembre de 1984, en su casa de Parque Avellaneda, allí por las calles Eva Perón y Lacarra. El Chuenga, sin embargo, con su inconfundible grito y estampa, siempre deambulará por los más gratos recuerdos de la patria futbolera, tal como lo hacía por los estadios y sus tribunas.