martes, 29 de julio de 2014

GABY Estrena “La novia de América”

El próximo sábado 02 de agosto a las 21,30hs  se estrenará en el Café Histórico de Bahía Blanca el musical unipersonal “La novia de América” sobre la vida y obra de la cantante y actriz LIBERTAD LAMARQUE protagonizada por GABY “La voz sensual del Tango” junto al pianista VICTOR VOLPE.
A partir de una idea del productor José Valle y bajo su producción, la cantante bahiense escribió esta obra intentando plasmar todo el legado que la estrella rosarina dejó al pueblo latinoamericano. Las presentaciones de la misma se iniciarán en esta ciudad para recorrer luego gran parte del país comenzando por la Capital Federal en el mes de septiembre en la mítica Botica del Ángel.
La obra fue declarada de Interés Cultural por el Ministerio de Cultura de la Nación y el Instituto Cultural de Bahía Blanca; de Interés Provincial y Legislativo Provincial por la Honorable Cámara de Senadores de la Provincia de Buenos Aires y de Interés Municipal por el Honorable Concejo Deliberante de Bahía Blanca.
Libertad Lamarque, conocida como “La Novia de América”, comenzó su carrera a los siete años de edad en su natal Rosario y no dejó de trabajar hasta el final de sus días, cuando a los 92 años dejó la vida terrena mientras protagonizaba la telenovela “Carita de ángel”, para quedar eternamente en el recuerdo de los países latinos de América. Sus temas fueron grabados en todos los formatos: desde su primera grabación en 1926, en un disco de pasta, de 78 rpm con un tema por cada lado, hasta los discos compactos (CD). Ha interpretado canciones de todos los países de América—continente que ha recorrido ciudad por cuidad—y también del género lírico, pues su voz ha tenido el registro de soprano de coloratura. Sin embargo, es el tango por lo que más se le ha conocido.
Ya en 1931 fue nombrada “La Reina del Tango” en el Teatro Colón de Buenos Aires, siendo Carlos Gardel y Libertad Lamarque los mayores representantes del tango en el mundo. En 1929 debutó en el cine mudo con “Adiós Argentina”. En 1933 encabezó el reparto de “Tango”, la primera película sonora del cine argentino. Llegó a protagonizar veinte películas en Argentina, una en España y más de cuarenta en México donde su contrato para actuar por tres semanas que se prolongó por 36 años.
- Gaby, qué significa para vos este nuevo proyecto?
Es uno de los desafíos más grandes que he encarado en mi vida. No solamente porque estoy involucrada desde la idea (que es de José Valle y para la cual escribí el guión, luego de investigar bastante acerca de la vida de Libertad), sino porque la puesta en escena requiere una gran cuota de actuación que es algo que siempre me gustó muchísimo pero no he puesto en práctica más que a la hora de cantar. A pesar de que reconozco la dificultad y el gran esfuerzo que debo hacer para superarme a mí misma con nuevas canciones, nuevos ritmos, nueva estructura de show y la dificultad que suma interpretar éxitos de una estrella del nivel de Lamarque, confío en que el reto permanente a los propios límites es un camino que lleva a buen puerto… siempre lo he considerado así, por eso permanentemente me propongo nuevas metas y dificultades a la hora de elegir proyectos. También tengo la fortuna de poder concretarlos gracias a la producción incomparable de José (Valle).
- Sos admiradora de Libertad Lamarque?
La verdad es que nunca valoré tanto su trabajo como ahora. Su voz me parecía muy aguda y en sus primeras grabaciones hasta hiriente, en general las cancionistas de la primera hora del tango tendían a tener ese tipo de timbres vocales muy agudos, con excepciones claro (casos como el de Tita Merello o Mercedes Simone por ejemplo). Pero ahora, escuchándola a lo largo de toda su carrera y en todos los ritmos, viendo sus películas, conociendo su historia, su ser autodidacta y la cúspide a la que llegó, es imposible no admirarla. Me llena de orgullo que una artista del interior del país que se jugó por sus sueños y luchó contra todo tipo de adversidades en el plano personal haya llegado tan lejos; capitalizando las dificultades que le ponía el destino, cuidando su integridad física para mantenerse intacta hasta los últimos días. Fue una mujer muy sana, responsable, profesional, luchadora y cuidadosa de los detalles… todas esas cosas se ven reflejadas en la obra, especialmente en lo que atañe a su vida privada que es lo más desconocido por el público; sus éxitos profesionales son muy populares ya.
- Hay planes futuros de presentación?
Sí, la próxima fecha es en Buenos Aires, la pondremos a prueba allí donde hay muchos fanáticos de Libertad y luego es la idea recorrer el interior y más adelante veremos. Ojalá pueda mostrarse fuera del país, pero por el momento me conformo con realizar varias presentaciones en Argentina.

miércoles, 23 de julio de 2014

ENRIQUE MUIÑO EL GRAN ACTOR ARGENTINO

fue un actor clásico de teatro y cine argentino, que apareció en filmes entre 1913 y su fallecimiento en 1956. Nació el 5 de julio de 1881 y falleció el 24 de mayo de 1956.
Nacido en un predio porteño del Barrio de San Cristobal sobre la calle Potosi(hoy Adolfo Alsina)padre y madre eran oriundos de Lendo(Laracha)provincia de La Coruña. Comenzó a trabajar a los doce años de edad. Cuando le comunicó a su padre que quería ser actor, éste lo obligó a ingresar en la Armada. Hizo un pequeño debut profesional (aunque sin cobrar un centavo) en 1898 (a los 17 años), con la compañía teatral de Jerónimo Podestá. Recién cuando pudo terminar la milicia (en 1902), se convirtió en actor de tiempo completo. Al principio trabajaba en papeles poco importantes. Más tarde formó un dúo creativo con su amigo Elías Alippi (1883-1942).
Tuvo mucho éxito en el teatro El Nacional, en obras comoAsí es la vida, Triple seco y San Antonio de los Cobres.
En 1922 (a los 31 años) realizó una gira teatral en su país natal, Galicia, con la compañía Muiño-Alippi. También realizaron presentaciones en Madrid, Barcelona, Valencia, San Sebastián y Bilbao.
Comenzó una carrera en la industria cinematográfica de Argentina. Intervino en películas como La guerra gaucha, El cura gaucho, Su mejor alumno, etc. y en obras teatrales como Así es la vida. Hizo más de 20 filmes en Argentina y en EE. UU. con roles protagónicos, como en El abuelo (1954), junto a Mecha Ortiz.
En el año 1941 recibió un Diploma de Honor en los premios Cóndor Académico (otorgado por la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Argentina), por su labor como mejor actor en la película El cura gaucho.
En 1941, Enrique Muiño con sus amigos el Flaco Alippi (quien fallecería el año siguiente, en 1942), Francisco Petrone (1902-1967), Ángel Magaña (1915-1982), Lucas Demare (1910-1981) y el productor Enrique Faustín fundaron la productora cinematográfica Artistas Argentinos Asociados.
En 1944 recibió otro premio por Su mejor alumno, una biografía novelada del presidente Sarmiento y la relación con su hijo Dominguito.
Vivió en el barrio San Cristóbal, en la calle Carlos Calvo 2281 (casi esquina Pichincha).
Don Enrique Muiño fue un gran actor y un ser espectacular y entrañable
En los últimos años de su vida cultivó también la pintura. Hizo estudios particulares con el pintor Fernando Fader, exponiendo en la galería Witcomb de Buenos Aires (en calle Florida 364).
Su peliculas:


• 1913: Juan Moreira
• 1937: Cadetes de San Martín
• 1937: Viento Norte
• 1938: El cabo Rivero
• 1939: El viejo doctor
• 1939: Alas de mi patria
• 1939: Así es la vida
• 1940: Huella
• 1941: El cura gaucho
• 1942: El viejo Hucha
• 1942: La Guerra Gaucha
• 1944: Su mejor alumno (hace el papel protagónico como Sarmiento)
• 1945: Pampa bárbara (narrador)
• 1946: Donde mueren las palabras
• 1948: Por ellos... todo
• 1948: La calle grita
• 1949: De padre desconocido
• 1949: De hombre a hombre
• 1950: Escuela de campeones
• 1953: Caballito criollo
• 1954: Los problemas de papá
• 1954: El abuelo
• 1955: Adiós problemas
• 1955: Lo que le pasó a Reynoso (hace el papel de Serapio)
• 1956: Surcos en el mar

lunes, 21 de julio de 2014

La ética heroica de Eduardo Mallea Por María Rosa Lojo

Hace setenta y siete años se publicaba Historia de una pasión argentina, de Eduardo Mallea. Además de ser una reflexión sobre la "Argentina visible" y la "invisible", la obra era un texto confesional que convertía a su autor en un poeta y un profeta.
Libro de fuerte impacto en el campo intelectual de su tiempo, reeditado y releído, inexcusable cuando se trata de hacer una historia del ensayo en nuestro país, Historia de una pasión argentina ha sido criticado, desde una perspectiva actual, por la endeblez de sus categorías analíticas, que desconocen o eliden concretos factores económicos, históricos, políticos.

En su contexto de producción, no obstante, ese tipo de ensayo al que hoy se define como "intuicionista" o "impresionista" era posible y esperable. Los modelos interpretativos que leían o pretendían descifrar una nación a partir de la exégesis intuitiva de un paisaje y una sensibilidad triunfaban entonces, desde los ensayos de José Ortega y Gasset (como su célebre y polémico artículo "La Pampa promesas") o los del conde de Keyserling ( Meditaciones suramericanas , 1933), hasta la autóctona Radiografía de la Pampa (1933) de Ezequiel Martínez Estrada.

Historia de una pasión argentina es, ante todo, un texto autobiográfico, de apelación confesional: la condensada "novela de formación", contada por él mismo, de un joven que se convertirá en escritor y que se halla mucho más cerca del poeta y del profeta que del intelectual académico de nuestros días.

El relato recorre, capítulo tras capítulo, diversas etapas vitales: la crianza de un niño en una familia de antiguas raíces, junto al Atlántico, cuyo bienestar económico no excluye el idealismo (el padre, figura caracterizada sobre todo por su perfil ético, es un médico que decide consagrar su trabajo al servicio de los más necesitados); el paso de ese niño, convertido en adolescente, a la gran ciudad donde descubrirá una vocación reflexiva y artística, y el presentimiento de otro país, invisible o secreto, que no coincide con el que emerge en sus representaciones públicas; la lucha del joven universitario contra la "Argentina visible", nación impostada, falsa, inauténtica, ostentosa, construida en el escenario del poder; la exploración de la "Argentina invisible", que responde a una sensibilidad y a una escala de valores forjados en una suerte de épica del trabajo y en un compromiso existencial: la "exaltación severa de la vida". De allí en más, los capítulos siguientes desarrollan tanto la denuncia y acusación contra los "traidores" que no reflejan, desde sus altos cargos y posiciones, el país verdadero, como la definición del estado de conciencia correspondiente a la Argentina profunda. El texto vuelve a lo testimonial, trazando vívidos retratos de dos influyentes visitantes intelectuales de la década del veinte, que Mallea conoció y de los que tenía opiniones muy dispares: el denostado conde de Keyserling (pensador de lengua alemana, nacido en el Báltico) y el admirado Waldo Frank (estadounidense, novelista y ensayista con ideas de izquierda, que no le impedían ser también un hombre religioso). Retoma luego la reflexión teórica, aunque apoyada en la concreta experiencia vital del narrador.

La forma autobiográfica no es por cierto novedosa como modulación del ensayo, ni en el contexto universal (el paradigma más antiguo que explícitamente se toma aquí en cuenta son las Confesiones de San Agustín), ni en el nacional, donde Mallea tenía modelos cercanos; se ha señalado, como referente posible, el Diario de Gabriel Quiroga (1910), de Manuel Gálvez, y podríamos agregar las crónicas de viaje cultivadas por importantes escritores de distintas generaciones, desde Roberto Payró hasta Ricardo Rojas, con la diferencia de que no se trata ya de un viaje al extranjero sino de una exploración por el paisaje y la psicología nacionales, a partir de una atormentada intimidad personal.

En cuanto a sus tesis fundamentales, Mallea se acerca, con sus matices propios, a ciertas concepciones del llamado primer nacionalismo, representado sobre todo por los libros iniciales de los mencionados Rojas y Gálvez: la valoración del interior frente a la metrópolis porteña (y en general, frente a las grandes ciudades, incluso las provincianas), la reivindicación de la raíz española (en particular, para Mallea, la que remite a la poesía mística), la idea de que existe una dirección espiritual genuina en la que debe conformarse la identidad nacional, frente a otra desviada y espuria, la condena del mercantilismo que sacrifica el ideal patriótico a la ganancia privada y a los beneficios del capital extranjero, el peligro latente en una inmensa masa inmigratoria que ya no pueda ser "ordenada" hacia el bien común por una clase dirigente desprovista de principios, la gravitación simbólica de la tierra. Comparte estas tres últimas ideas con algunos otros contemporáneos e inmediatos antecesores, como Raúl Scalabrini Ortiz ( El hombre que está solo y espera, 1931) y Martínez Estrada ( Radiografía de la Pampa ), aunque para este último las "fuerzas telúricas" adquieren un peso devastador y fatídico que no poseen en el ensayo malleano, donde se asocian, antes bien, a la regeneración interior y el reencuentro positivo con el origen perdido.

Mallea es tributario, también, de miradas sobre la Argentina expresadas por los prestigiosos visitantes extranjeros. Las tesis sobre el "argentino personaje" desarrolladas en el artículo de Ortega "El hombre a la defensiva" y sus ideas sobre la función rectora de las élites intelectuales resuenan aquí sin duda, aunque no se lo nombre, lo mismo que el pensamiento panamericano de Waldo Frank, de quien Mallea sí se considera abiertamente discípulo. ¿Dónde radica, pues, el aporte original de este libro que tanto repercutió en sus lectores inmediatos?

Ante todo, esa misma dicotomía que el texto establece entre Argentina visible/Argentina invisible, objetada por su simplicidad o simplismo (si se la contempla como mera oposición conceptual), resulta sin embargo una potente figura simbólica, cargada de connotaciones de vasto eco emocional, que tocan diversos registros de la experiencia y áreas de valor que no sólo aluden a una coyuntura puntual, sino a condiciones universales. Lo que esto pueda restarles en eficacia analítica de situaciones históricas se compensa en el plano alegórico-simbólico.

El texto de Mallea no resiste, en efecto, la grilla de cuño histórico-sociológico que intelectuales formados científicamente en estas disciplinas universitarias aplicarían hoy a los mismos problemas. Sin embargo, puede ser leído de manera diferente, en una línea hermenéutica explorada por estudios como los de Leonor Arias Saravia. Desde esa otra óptica posible, Historia de una pasión argentina es el relato de una aventura poética de la conciencia, donde un yo lírico apuesta a la perennidad e inagotabilidad de los símbolos para transmitir una experiencia vital instalada en la Historia, aunque también la trasciende. Es un texto novelesco, sustentado en la imaginería del mito del héroe, donde hay tenaces oponentes y un tesoro buscado: el conocimiento de una realidad esquiva, el señalamiento de una orientación para la Argentina futura y para el sujeto que en sus páginas se debate entre falsedades, espejismos y auténticas revelaciones. Aunque esto no es practicable en el puro campo académico, resulta muy coherente para el ensayo propiamente dicho, ese género híbrido tan característico de Latinoamérica que une acontecimiento y sentido, espacio privado y espacio público, singularidad y universalidad, razonamiento y emoción, expresividad y conocimiento, desde un yo siempre puesto en juego que interpela constantemente al "nosotros" (como observa Liliana Weinberg).

Historia de una pasión argentina tiene desde su mismo título el poder de plantear una indagación intelectual en los términos de una pesquisa pasional. Lo realiza con persuasivas herramientas, complicando al lector en la épica de una sensibilidad extrema, la de los que están "casi muertos a fuerza de vivir". Mallea consigue la hazaña de transformar lo que hubiera podido ser un trabajo de especulación abstracta en el recorrido psíquico y geográfico de un sujeto dramáticamente impelido por un deseo insaciable y una ética heroica.

El héroe despliega su periplo en diversos escenarios, sobre todo dos, que corresponden parcialmente a la oposición básica entre las dos Argentinas, la visible y la invisible: la ciudad abigarrada, vertiginosa, pero vacía de sentido, y la despojada campaña plena de potencialidades e infinitas sugerencias, fascinante en sus aspectos tanto seductores como siniestros. El contacto con la tierra, imagen paradigmática de una forma interior nunca del todo manifiesta, se halla siempre al borde de la revelación religiosa, de la experiencia mística. Algunas de las imágenes más bellas y también más desoladoras de la pampa bonaerense que haya producido la literatura argentina se hallan, probablemente, en estas páginas y en las de la novela Todo verdor perecerá . Una estética de la visión capaz de abrir una brecha decisiva en la superficie compacta del mundo rutinario se despliega en las enumeraciones precedidas de un "vi" reiterado, que prefiguran un Aleph, aparecido no ya en un sótano porteño, sino en la desmesurada llanura o en los otros paisajes interiores de una nación desconocida: "Una vez vi el alba y las noches jujeñas, el cielo profundamente lejano y arqueado y claro [ ], vi quebrarse ante mí el perfil mayor de la montaña tucumana a un costado de la ciudad casi amarilla, graciosa y selvática desde el levantarse de la vega hasta la cima [ ], vi la ininterrumpida superficie de monstruosos helechos [ ], vi regresar callados a unos hombres que habían partido por la mañana alegres: la plaga, la manga de langostas, del monte había dejado sólo el esqueleto "

Cabe señalar, especialmente, que a pesar de su postulación de una Argentina invisible pero real, de matriz telúrica y provinciana, ésta no parece tener una localización geográfica o social precisa. Los lugares recorridos en la visión funcionan más bien como las metáforas espaciales de una comunidad virtual y largamente diseminada, de algo que es aún un "no lugar", un ou-topos , una utopía. Y por serlo, sus habitantes, como el apasionado intelectual que nos habla, se hallan, hasta el momento en que el ou-topos se vuelva en verdad un lugar habitable, en un espacio de soledad y destierro que implica un descenso al ámbito de la "patria interior". Sus palabras anuncian ya las tesis de un libro posterior: El pecado original de América (1954), de H. A. Murena, que tendrá, como éste, una larga reverberación: "Desterrados los argentinos lo somos todos. Desterrados del espíritu, desterrados de la civilización de que venimos "

A la inmersión en la Argentina profunda, se opone, metafóricamente, el "deambular". La acción de errar sin rumbo por las calles de una ciudad donde todos parecen hallarse extraviados se repite una y otra vez en el texto, paralela a la frecuentación incesante de libros que no satisfacen al buscador de saber y de pertenencia. Hay un momento, no obstante, también preborgeano, en el que el deambular del errante se transfigura en exaltación feliz, y que corresponde, dentro del mito heroico que Mallea forja, a la iniciación del joven héroe en el secreto anhelado, por parte de un maestro. Este no es otro que Waldo Frank, quien le transmite la certeza de una armonía cósmica posible, un acuerdo del cielo y de la tierra, el anticipo de una plenitud, de un cumplimiento histórico: un orden nuevo, propio de las dos Américas, que podrá renovar el "caduco orden europeo" y superar el espíritu disociador del oro y de la máquina en la América nórdica y protestante, así como dar una forma social y política vigorosa a la vitalidad dispersa de la América hispana.

La última imagen del capítulo que Mallea dedica a Frank recuerda intensamente a la de los miembros del borgeano "congreso del mundo" ("El congreso", de El libro de arena ), participantes de una beatitud universal, después de haber quemado su pretenciosa biblioteca. Nos muestra a Frank y a Mallea, caminando juntos en la "noche americana", ansiosos de propagar su fe -una fe mucho más que "libresca"- en la nueva conciencia de América.

Si algo permanece vigente en la aventura heroica narrada por Mallea no es, por cierto, este grandioso sueño común capaz de unir ambos hemisferios en una conciencia nueva. Es su intrínseca irradiación poética como relato de una existencia y un país en conflicto. Y acaso también la modesta convicción de que, a pesar de todo, la Argentina (y la especie humana) subsisten aún gracias al trabajo y a la fe cotidiana y anónima de tantos silenciosos o desoídos, invisibles o borrados por la mirada ciega del poder. Esos hombres y mujeres justos que, desde los tiempos bíblicos hasta nuestros días, siguen sosteniendo un mundo que se tambalea

viernes, 4 de julio de 2014

“PICHUCO X4”:Centenario Aníbal Troilo en Bahía Blanca

En el marco de los Festejos Oficiales del Centenario Aníbal Troilo de Bahía Blanca que se celebrarán los días 10, 11, 12 y 25 de Julio, se presentará un magnifico y variado programa cultural:
10 DE JULIO
19 hs.: Centro Cultural de la Universidad Nacional del Sur (Rondeau 29).
Presentación del libro “Cine y cultura popular: Alberto Vacarezza, Homero Manzi y Enrique Santos Discépolo” de Agustín Neifert. Disertará el autor junto a Eduardo Giorlandini.
 
11 DE JULIO
11 hs.: Colocación de referencia histórica con la imagen de Aníbal Troilo.
 
18 hs.: Centro Cultural de la Cooperativa Obrera (Zelarrayán 560)
Apertura oficial con exhibición de la película documental “Pichuco” de Martín Turnés, estrenada el 05 de Abril de 2014 en el BAFICI dentro del Festival de Cine Independiente. El Centro de Estudios y Difusión de la Cultura Popular Argentina reconocerá la trayectoria de los bandoneonistas: Chiche de Arriba y Víctor Alarcón. Todos los presentes compartiremos una torta y cantaremos el feliz cumpleaños al gran Troilo que sigue presente, con sus 100 años, en el corazón de los argentinos.
 
Claudio A. Ledesma
21,30 HS: Café Histórico de Bahía Blanca (Av. Colón 602)
Espectáculo “El hijo de la Leyenda”, Claudio Argentino Ledesma recrea los mayores éxitos de su padre. Apertura musical a cargo de Alicia Comignani.
 
12 DE JULIO
21,30 HS: El Motivo Tanguería (Brandsen 550)
Espectáculo “Tango y Folklore por Pichuco”: Pablo Achával, Mirta Ugeth y Florencia Albanesi.
 
Gaby
VIERNES 25 DE JULIO
21,30  HS: TEATRO MUNICIPAL DE BAHIA BLANCA
Espectáculo “Pichuco X100PRE” Con quince músicos en escena dirigidos por el maestro Víctor Volpe, los cantantes Gaby “La voz sensual del Tango” y Pablo Gibelli, los bailarines Natalia y Gustavo y la presencia estelar de Marcelo Guaita, reconocido locutor y amigo de Aníbal Troilo, declarado visitante ilustre de la ciudad de Bahía Blanca.

Amadeo Jacques: Educador, promotor de la ciencia y la cultura

Nació en París (Francia) el 4 de julio de 1813. Murió en Buenos Aires el 13 de octubre de 1865.
El nombre de Amadeo Jacques está para siempre ligado con la historia del Colegio Nacional de Buenos Aires, del que fuera profesor y rector, y con la cultura de Buenos Aires y Tucumán.

Jaques nació en Francia en 1813. Estudió en el Liceo de Borbón y en la Escuela Normal de París, donde orientó su vocación hacia las ciencias naturales. Luego de obtener el título de profesor, dio clases en Amiens y Versalles y, a los 24 años, obtuvo el doctorado en letras en la Sorbona, con dos tesis: una latina (De platonica idearium doctrina) y otra francesa (Aristóteles, historiador de la filosofía).

Poco después, obtuvo también el diploma de licenciado en ciencias naturales en la Universidad de París.

Luego de 1840, enseñó en la Escuela Normal Superior y en el Liceo Luis el Grande de París y editó varias obras filosóficas, entre ellas algunas de Leibnitz. Por esa época, además, preparó, en colaboración, un Manual de Filosofía para uso de los colegios, que fue una obra muy utilizada en varios países europeos.

Por motivos políticos, Jacques debió abandonar los claustros parisinos. En 1847, se le prohibió ejercer la docencia en Francia, por lo cual decidió marcharse del país, y radicarse en Montevideo, a donde llegó en 1852, recomendado por Humboldt.

Luego se trasladó a Paraná, atraído por el progresismo cultural que esbozaba el gobernador entrerriano Urquiza. En esa ciudad, Jacques se dedicó a la daguerrotipia y a la agrimensura. 

Poco después, viajó a Buenos Aires, donde dictó algunos cursos libres, a Rosario, y nuevamente a Entre Ríos, donde fue presentado a Urquiza, por entonces Presidente de la Confederación Argentina. Fue nombrado al frente de la Dirección de Catastro, pero al poco tiempo abandonó la provincia, para ir a Córdoba, y luego a Santiago del Estero.

En 1856, fue nombrado Agrimensor General de la provincia y agregado científico a una expedición científica al Chaco y el río Salado, experiencia que sería luego asentada en la obra Excursion ou Rio Salado et dans le Chaco, editada en París en 1857.

Luego pasó a residir en Tucumán, donde realizó distintas labores y donde se relacionó con buena parte de la alta sociedad de la ciudad de San Miguel. En 1858, fue nombrado Director del Colegio de San Miguel, donde desarrolló una vasta obra renovadora de los sistemas y metodologías pedagógicos. Asumió también la función de bibliotecario del Colegio y aumentó de tal modo la colección bibliográfica, que pronto fue la base de la Biblioteca Pública de San Miguel.

En 1860, luego de algunas desavenencias de índole política y de algunos hechos desgraciados que tuvo que sufrir, Jacques renunció a su cargo. Se dedicó entonces al periodismo, como redactor de El Eco del Norte y El Liberal. En esos diarios, publicó varios proyectos de reglamentos sobre instrucción pública.

Después, el vicepresidente de la República, el tucumano Marcos Paz, lo invitó a trasladarse a Buenos Aires, y le ofreció ser Director de estudios del Colegio Nacional, institución que había sido creada por Bartolomé Mitre poco tiempo antes, y que era dirigida, en ese entonces, por Eusebio Agüero.

Algunos años más tarde, a la muerte de Agüero, Jacques pasó a ocupar el rectorado del Nacional. En esa función, transformó completamente la enseñanza, introduciendo las nuevas ideas cientificistas que provenían de Europa y planeó la educación primaria, secundaria y universitaria, con la base de una enseñanza de tipo universalista que debía preparar al alumno "a aprender todo". 

El Colegio Nacional, bajo la égida de Jacques, se convirtió pronto en un modelo a imitar por los demás colegios del interior del país. También, junto con otros grandes pensadores de ese tiempo, como Juan María Gutiérrez, preparó una obra de suma importancia, el Plan de Instrucción Pública, que tuvo mucha influencia en los planes educativos de fin de siglo XIX. También fue, durante varios años, profesor de física experimental y química y autor de un Curso de Filosofía, que se editó en Francia, y que fue la base de la enseñanza de esa disciplina en nuestro país.

Jacques murió el 13 de octubre de 1865. Sus restos fueron despedidos por una comitiva muy nutrida, que incluía a todos los alumnos del Nacional, a las personalidades más destacadas de la cultura y la política argentina, y por una gran cantidad de vecinos. 

La figura de Jacques, fundador del Círculo Literario en 1864 y uno de los miembros de la Generación del ´80, fue inmortalizada por Miguel Cané en su obra cumbre: Juvenilia.