Un insólito, pero sobre todo contradictorio Mauricio Macri, vetó la ley que propicia la expropiación de la que fuera la casa del legendario Juan de Dios Filiberto, sita en Magallanes 1140, del barrio que el poeta y compositor describió magistralmente, La Boca.
Insólito porque el patrimonio cultural que encierra esa casa, hoy en ruinas, no puede dejar de ser atesorado por la ciudad atendiendo a una supuesta “falta de fondos” que alegó el jefe de Gobierno para desechar la ley. Es precisamente un tesoro porteño invalorable e insustituible lo que todavía sobrevive como puede en la derruida casa que habitó Filiberto y es ya grave omisión del gobierno porteño desentenderse por años del deterioro de la propiedad.
Es además contradictorio porque choca frontalmente contra dos logros culturales obtenidos por el gobierno macrista con anterioridad: conseguir que el tango fuera designado, nada menos que por la UNESCO, como “Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad” el 30 de setiembre de 2009 y potenciar el Festival y los Campeonatos Mundiales del género cada mes de octubre. Inexplicable.
¿En qué estuvieron pensando Macri y su ministro de Cultura, Hernán Lombardi, al disponerse a firmar el veto a la norma que convertía a la casa del poeta, con justicia, en patrimonio de Buenos Aires. ¿Uno en su cada vez más complicada candidatura presidencial para 2015 y, el ministro Lombardi, en el blúper que le significa la destrucción a martillazos hecha por un contratista de las bases de las columnas de mármol de Carrara imposibles de reponer del Palacio San Miguel –Bartolomé Mitre esquina Suipacha- de su propiedad, pero también Patrimonio Histórico porteño?
Puede señalarse a título de síntesis que adorna la fachada de la casa de Filiberto un mural que pintó Benito Quinquela Martín, “Música popular” y sobre la arcada de entrada un relieve creado por los artistas plásticos Luis Perlotti y Agustín Riganelli, mientras en el interior está el piano del poeta a lo que se suman las paredes adornadas por obras de pintores renombrados.
Si la Legislatura de la ciudad insiste en la promulgación de la ley, Macri tendrá la oportunidad de rever su insólita y contradictoria decisión anterior. Caso contrario dará un argumento incontrastable a quienes critican ácidamente su política cultural. Peor, le propinará un daño irreparable a la ciudad cuya administración encabeza.
Y entre quienes lo han criticado duramente por su veto a la no-expropiación de la ex casa de Filiberto se cuenta, nada menos, que Susana Rinaldi quien, en una carta abierta al Jefe de Gobierno, en la que la ironía campea en varios trazos del contenido, señala que "es simplemente imposible entender este veto, aún desde esa visión tan suya de la cultura, esa que con crudeza expresó una vez más en el festival de Cosquín, llamando al tango `La soja porteña”. Y sigue "si el tango es una `commoditie` a la que hay que sacarle rentabilidad, cómo explica esta infame quema de campos que supone destruir la casa de Juan de Dios Filiberto” se pregunta la cantante y legisladora porteña en la misiva que abajo se publica completa.
Difícilmente el jefe de Gobierno encuentre una explicación a la medida que firmó, pero por lo menos que acepte la patinada y corrija.
Desde el Obelisco a la General Paz y la Vuelta de Rocha, todos esperan que Macri corrija, aunque haya quedado en evidencia.
La carta abierta de Susana Rinaldi a la jefatura de Gobierno
"Disculpe Sr. Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires pero no creo que los malos, frívolos, ignorantes y/o tontos, lo sean total y eternamente. Dirá usted que la mía es una visión esperanzadora y hasta inocente y tal vez, sólo tal vez, tenga algo de razón. A veces siento cansancio y me invade un profundo hartazgo, pero sigo creyendo y militando por la vida y los valores en los que creo", manifiesta el texto firmado por la reconocida cantante de tangos.
Rinaldi afirmó en el texto que "enterarme del veto (uno más en la Viña del Señor Citadino) a la Ley de Expropiación de la que fuera la casa de Juan de Dios Filiberto en la calle Magallanes 1140 de La Boca, acentuó mi hartazgo. Lo admito, pero sin embargo estoy aquí, resucitando esos valores y esa militancia".
"Si alguien no puede callar ante hechos de esta naturaleza vinculados con el tango y su historia, soy yo", agrega en la carta.
"Juan de Dios Filiberto, que tiene el privilegio de dar nombre a la Orquesta Nacional de Música Argentina impulsada por Eva Perón en 1948, fue el autor de obras tan recordadas como `Quejas de bandoneón`, `Caminito`, `Cuando llora la milonga`, `Clavel del aire` o `El pañuelito` (por citar unas pocas) y fue amigo personal de Benito Quinquela Martín, quien no sólo pintó el frente de la casa de Filiberto, sino que le dio color a la barriada donde está el equipo de fútbol con el cual usted simpatiza".
"Es simplemente imposible entender este veto, aún desde esa visión tan suya de la cultura, esa que con crudeza expresó una vez más en el festival de Cosquín, llamando al tango `La soja Porteña`, sostuvo la artista.
"Si el tango es una `commoditie` a la que hay que sacarle rentabilidad, cómo explica esta infame quema de campos que supone destruir la casa de Juan de Dios Filiberto. Como todo tiene que ver con todo, me resulta insólito y poco creíble que, en el mismo evento, usted desconozca el levantamiento del festival `Música de provincias` que, con mucha repercusión, se venía haciendo antes de su gestión y que permitía un acercamiento de la ciudad al sonido de la Argentina profunda, como la llama nuestra Presidenta".
"Ante esta política de tirar abajo cuanta edificación de valor patrimonial, tangible o intangible -continúa el texto-, quiero pensar (aquí aparece otra vez mi inocencia, qué le voy a hacer) que usted se está dejando llevar por los consejos de gente aviesa que ofician de asesores de momento, y que desconocen el valor de la palabra `Cultura`, así, con mayúscula".
En ese sentido, agregó: "Quiero suponer además que, ante las advertencias que de una u otra manera le está haciendo llegar la ciudadanía, usted tendrá la necesaria grandeza como para revisar las medidas adoptadas, reconociendo en muchas de ellas una improvisación lamentable y en otras la supeditación de los valores humanísticos a la fría y cruel tiranía de los números".
"Todo esto Sr. Jefe de Gobierno, es un juego de abalorios que el mismísimo Herman Hesse podría haber incluido en su novela que, a propósito, le recomiendo como lectura", concluyó.