viernes, 26 de febrero de 2016

RADIO NACIONAL

El 6 de julio de 1937 comenzó sus transmisiones LRA Estación de Radiodifusión del Estado, la primera emisora argentina dependiente del gobierno nacional. Inaugurada por el presidente Agustín P. Justo, la actual Radio Nacional Argentina está integrada por una cadena de 48 emisoras que se distribuyen por todo nuestro país e incluso emiten hacia el extranjero
“Cuando el 6 de julio de 1937 LRA Estación de Radiodifusión del Estado inició sus actividades, había otras radios oficiales. Ya funcionaban LS1 Municipal, cuyo objetivo principal eran las transmisiones desde el Teatro Colón; LR11 Universidad de La Plata y LS11 Provincia, dependiente del Ministerio de Gobierno bonaerense, por aquel entonces a cargo de Roberto J. Noble -quien en 1945 fundara el diario Clarín-, que fue la primera radio oficial y representativa de un Estado argentino.
En la inauguración de LRA -inicialmente ubicada en la frecuencia AM 750, que desde 1930 hasta ese momento había pertenecido a LR7 Radio Buenos Aires-, habló el presidente de la Nación, Agustín P. Justo y en su alocución prometió «una programación seria, elevada, ceñida a lo cultural». En ese momento funcionaban 704 emisoras de amplitud modulada en toda la Argentina y 21 de ellas en la Capital Federal. Cerca de 25.OOO hogares porteños contaban con aparato de radio.
Todas las radios -y la nueva estación estatal también- dependían de la Dirección de Correos y Telégrafos. En ese momento, finales de la década de 1930, el director general de Correos y Telégrafos, un funcionario de apellido Risso Domínguez, pronunció unas palabras anticipatorias acerca de la repercusión del medio: «Llegará un momento en que los diarios se venderán, porque la gente de la ciudad necesita la información gráfica, pero la información rápida de los acontecimientos, al minuto, será acaparada por la radio». Corrían los tiempos en que todavía a las radios se les decía broadcastings; a los locutores y locutoras speakers; a las cantantes chansoniers; a las publicidades reclames y a las ondas que transportaban los sonidos, el éter.
El nacimiento de Radio del Estado es, por lo menos, curioso. El 30 de mayo de 1934, un decreto del Poder Ejecutivo le otorga a Editorial Haynes, editora del popular diario El Mundo y de varias conocidas revistas como El Hogar y Mundo Argentino, la licencia de una nueva radio privada, respaldada por un potente transmisor de 50 Kw de potencia. El de la potencia no es un dato para nada superfluo si se tiene en cuenta que, entre todas las radios existentes, apenas sumaban 150 Kw.
Finalmente esa radio, también denominada El Mundo, se inaugura el 29 de noviembre de 1935. Ciertos aspectos del pliego de licitación original le exigían a la nueva empresa una contraprestación de dos horas diarias para anunciar actos de gobierno. Con el fin de eludir esa obligación, las autoridades de la flamante emisora le propusieron al gobierno la instalación completa de otra radio, con transmisor incluido, cosa que el gobierno aceptó.
Un tiempo después, en el entrepiso del Palacio de Correos, ubicado en Leandro N. Alem y Sarmiento, el Estado recibió en calidad de donación una radio dotada de nuevos y completos elementos técnicos, aunque con un único estudio. En el festejo de inauguración, la tarde-noche del 6 de julio de 1937 aportaron su talento el Cuarteto Pro Arte, la soprano Hina Spani, los pianistas Roberto Locatelli y Raúl Spivak y una gran orquesta sinfónica dirigida por el maestro Bruno Bandini. A las 18.45 de ese día llegó al aire por primera vez Radio del Estado con siete horas de transmisión diarias, de 11 a 14 y de 18 a 22, sin publicidad y con elemental despliegue. El primer director, Roberto Dupuy de Dome Moreno y su primer locutor, Amadeo Dell’Acqua, escucharon de boca del presidente Agustín P. Justo lo que se esperaba de la nueva emisora y de ellos. «Una voz oficial que no estará al servicio de conveniencias subalternas, sino al servicio de los grandes intereses de la nación», propuso el Presidente.
Desde su inauguración, LRA comenzó a discutirle a Radio Municipal la supremacía de la transmisión de la llamada música clásica o seria. Aunque Municipal seguía siendo la única que con sus micrófonos podía penetrar en recintos como el Teatro Colón o el Concejo Deliberante, para transmitir las sesiones. El estilo elegido por la nueva frecuencia estatal era formal, ni poco ni mucho, sencillamente acorde a la época que se vivía. «Estación de melómanos», definían publicaciones de aquellos tiempos; «zona de descanso para oídos refinados», opinaban algunos especialistas. El hecho de que la estación no alentara la competencia y que no difundiera avisos comerciales, fueron razones para el elogio. Aunque el solo motivo de que estuviera económicamente sostenida por el Estado despertaba críticas y, por supuesto, sospechas políticas que, desde entonces hasta hoy, no dejaron de existir.
En el año 1937 había 800.000 aparatos de radio en todo el país. Los más actualizados (heterodinos, a válvulas) costaban, en los buenos negocios del ramo, de 100 a 400 pesos. Los receptores más populares, denominados «capillas» por su formato, eran unos sólidos gabinetes de madera de 40 centímetros de alto, con un sintonizador en el medio que aparecía como un ojo luminoso. La mayoría de los aparatos eran importados, pero algunos receptores, sin marca conocida -armados domésticamente por idóneos conocedores del oficio-, competían con los foráneos. En 1938, Phillips sacudía a este mercado en expansión sumando las radios compactas, fabricadas en baquelita, un plástico que venía en atractivos colores. También los autos importados de modelos recientes ostentaban, como lujoso adicional, radios incorporadas.


¿Qué escuchaba la gente? De acuerdo a encuestas de aquel momento, el 60% de Ia programación radial era de carácter musical y, de ella, casi un 70% era bailable o popular y más de un 30% pertenecía al género clásico o culto. Se podrían afirmar que durante la década de 1930 la radio sedujo definitivamente a la sociedad; los receptores estaban en todos lados acompañando con su incomparable entretenimiento la vida de las personas. La radio acercaba los acontecimientos y propiciaba la imaginación, el conocimiento y la información cotidiana y necesaria.”

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