Vargas Llosa ha decidido regresar a la ficción con una mezcla de thriller y retrato social que pone el foco sobre el mal periodismo, -"el amarillo y chismoso"- y donde el sexo aparece como el recurso que le pone la pimienta imprescindible a este entramado ambientado en el barrio limeño de las Cinco Esquinas, que en el siglo pasado fue eje de un renacimiento cultural y bohemio, y hoy es una zona peligrosa.
"Siempre se pensaba -argumenta Vargas LLosa- que el periodismo podrí¬a estar amenazado por el poder polí¬tico, por el militar o el económico, pero nadie hubiera podido pensar que el periodismo podrí¬a estar amenazado por la frivolidad, por el periodismo irresponsable o chismográfico, que es la forma representativa de esta época".
No sé sabe cuánto del esqueleto original de esta nueva pieza del ficción del autor de "La casa verde" forma parte de los efectos colaterales que le dejó su divorcio de Patricia -la mujer con la que compartió más de veinte años de su vida- y su contigua vinculación con Preysley, pero en todo caso la cuestión del amarillismo informativo es desde hace varios años una preocupación recurrente para el escritor, aunque hasta ahora nunca había sido foco directo de esta variante periodística.
"El peligro viene desde dentro del periodismo empujado por una necesidad de un público cada vez más interesado en el entretenimiento que en la información. Se acabó esa frontera. El amarillismo y el entretenimiento han pasado a ser los valores dominantes. Y el periodismo es ví-ctima de eso.
Es uno de los grandes problemas de nuestro tiempo", apunta Vargas Llosa.
"Cinco esquinas" (Alfaguara) entrelaza los pilares narrativos habituales del escritor -la precarización de la sociedad peruana, el periodismo, el poder y el erotismo- en una trama ágil sostenida por un triple anzuelo narrativo: la historia de un millonario que es chantajeado por unas imágenes comprometedoras, la relación lésbica de su esposa con su mejor amiga y finalmente el derrotero de un viejo recitador de poemas que termina involucrado en este conflicto.
El paisaje que alimenta los vaivenes sentimentales de los personajes es el Perú de los años 90, sacudido por una ola de secuestros extorsivos y la violencia de Sendero Luminoso: el toque de queda impuesto por el gobierno obliga a Chabela a quedarse a dormir en la casa de su amiga Marisa, una decisión que será el preludio de una pasión que obra como el disparador de la historia.
Mientras las amigas exploran sus pulsiones, el marido de una de ellas, el empresario minero Enrique Cárdenas, recibe en su oficina al director de un conocido semanario, que viene a extorsionarlo por su participación en una orgí¬a en la que participó tiempo atrás.
A partir de esta anécdota que describe modos y manías de la alta sociedad peruana, Vargas Llosa describe los últimos meses de la presidencia de Alberto Fujimori y su hombre de confianza Vladimiro Montesinos, mientras la sociedad asiste impávida al incremento de la violencia, la escalada de la corrupción y el deterioro de la democracia.
"Una de las transpiraciones normales de aquella época era el incentivo sexual, el sexo aparecí¬a como libertad y goce en vista de que el resto de la vida habí¬a acabado", definió Vargas Llosa durante la presentación de la novela en España a propósito de los componentes de esta relación lésbica que en realidad es casi un pretexto para analizar el escenario político y social de aquellos años.
"Fujimori utilizó la prensa como arma para eliminar a sus enemigos. Los poderes han querido, siempre, tener al periodismo de su parte. En la democracia hay una diversidad que permite cotejar la información y buscar la verdad. Esa es su superioridad", apuntó también el escritor durante el encuentro con la prensa.
Vargas Llosa cumplirá el 28 de marzo 80 años y lo celebrará con un sueño de larga data: la publicación de dos tomos, con ocho de sus obras, en la prestigiosa colección francesa La Pléiade", que alberga el canon de la literatura universal.
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