viernes, 22 de marzo de 2019

La vida del vendedor ambulante que creó el mítico caramelo "Chuenga"

Jorge Eduardo Pastor transformó la palabra Chuenga, con mayúscula, es un nombre propio. Con minúscula, chuenga es algo así como la aproximación fonética castellana -más que castellana, argentina y más que argentina, porteña- a la expresión "chewing-gum", que en inglés significa "goma de mascar".
Y Chuenga anunciaba "chuengaáaaaaáaaaáaaaáaáaaáááá" en las cancha de fútbol, en los estadios deportivos, en las carreras. Llegaba, trepaba por las tribunas y se iba rápido. De un lugar se trasladaba a otro, siempre con las bolsas llenas de caramelos,
Empezó en 1932, en la vieja cancha de River de Alvear y Tagle, cuando debutó Bernabé Ferreyra y Cuello pasó de Tigre a River. Y trabajó hasta 1982, dos años antes de morirse.
Llevaba una bolsa de la que sacaba un puñado de caramelos masticables envueltos en papel. A decir verdad, era mucho más papel que caramelo. Eran pedacitos de un caramelo duro, blanco, con vetas de color y cortado irregularmente.
El envoltorio dejaba ver la golosina en el medio, entre dos grandes orejas amariposadas de papel. Y su unidad de medida, al mismo tiempo confiable y arbitraria, era el puñado. Eso tenía un valor ignoto. Era lo mismo un puñado de diez o doce caramelos. Chuenga metía la mano en la bolsa y entregaba lo que salía, en un gesto azaroso perfectamente estudiado.
José Pastor muere un 3 de diciembre de 1984, en su casa de Parque Avellaneda, allí por las calles Eva Perón y Lacarra. El Chuenga, sin embargo, con su inconfundible grito y estampa, siempre deambulará por los más gratos recuerdos de la patria futbolera, tal como lo hacía por los estadios y sus tribunas.

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