viernes, 20 de noviembre de 2020
Contame una historia: un éxito de audiencia en LU2
La emisión radial nació tras la idea de difundir artistas locales en un momento adverso para la actividad musical.
El programa que se emite los sábados de 22 a 24 hs por la radio líder de Bahia Blanca, LU2 AM 840, “Contame una historia” -como el tango del poeta bahiense Mario Iaquinandi con música de Eladia Blázquez-, en poco tiempo se ha convertido en un éxito de audiencia, con la fórmula simple de rescatar a personajes y hechos históricos de la cultura bahiense y promocionar a los valores actuales del amplio espectro cultural de la ciudad.
A través de la reproducción por radio de sus canciones, los artistas percibirán la retribución que les corresponde por AADI y SADAIC, siendo ésta también una forma de fomentar la oficialización de las producciones fonográficas.
El mismo es producido y co-conducido por el avezado escritor y productor cultural José Valle, junto a Gaby “La voz sensual del tango” cantante, autora, compositora, guionista y licenciada en Ciencias de la Comunicación.
La operación técnica está a cargo de Facundo Lupari y columnas mensuales de Carlos Benítez.
La participación especial del jovencito Galo Valle.
“Contame una historia” es un buen recurso para fortalecer la posición de los actores culturales de la ciudad que acompañan esta iniciativa, para visualizar la variedad y cantidad de hacedores de buena música de Bahía Blanca y para crear lazos entre la comunidad artística-musical.
El material emitido es seleccionado cuidadosamente, para que tanto el artista como el medio se vean beneficiados y las enriquecedoras entrevistas (realizadas telefónicamente en este contexto) dan un marco adecuado para lograr un clima único.
Los géneros contemplados dentro de la programación no tienen limitaciones más que el respeto por el público y la envergadura del medio.
Además de música, se comparten historias y anécdotas relacionadas con la cultura local y nacional.
Este maravilloso programa conserva huellas emotivas de aquélla radio de antaño que añoramos y de lo que no se debe perder en el actual universo del éter.
El programa fue declarado de Interés Municipal por el Honorable Concejo Deliberante de Bahía Blanca, tras el proyecto presentado por el concejal Carlos Quiroga y aprobado por unanimidad en la sesión del pasado 25 de junio.
jueves, 3 de septiembre de 2020
Chabuca Granda el centenario de su nacimiento
María Isabel Granda y Larco, conocida mundialmente como Chabuca Granda, es una reconocida cantautora y folclorista peruana de Cotabambas, Apurímac. A una edad temprana descubrió sus aptitudes musicales, que le permitieron formar parte del coro de su colegio y estudiar piano.
En su adolescencia, Chabuca Granda conformó el dúo “Luz y Sombra” con su amiga Pilar Chamaca Mújica, quiénes cantaban en Radio Nacional, Radio Miraflores, entre otras estaciones de radio. En 1937, Chabuca ya dirigía un programa para artistas aficionados en una de las radioemisoras de su país. Tres años después, la artista integró un trío con Martha y Charo Gibson, interpretando canciones populares mexicanas de la época.
Algunas de sus melodías fueron inspiradas en la vida de personas reales, una de ellas es “La Flor de la Canela”, un vals compuesto para Victoria Angulo, una mujer afrodescendiente. Su tema la sitúo en la esfera internacional, grabándose y traduciéndose en 30 idiomas. También, dedicó parte de sus canciones a sus compatriotas Violeta Parra y Javier Heraud.
Entre los temas de mayor éxito se encuentran “Fina Estampa, José Antonio y el Puente de los Suspiros”. Su personalidad se reflejaba en sus letras, dejando en ellas una muestra de su energía, alegría por la vida, naturalidad, elegancia, incomparable sensibilidad artística y pensamiento poético.
Chabuca logró mezclar el lenguaje moderno de sus letras con las melodías convencionales del vals peruano, por lo cual, es considerada como vanguardista y tradicional al mismo tiempo. Durante su trayectoria artística de más de 16 años, incursionó en variedad de ritmos como el tondero, vals criollo, marineras, danzas afro-peruanas y aborígenes.
La producción discográfica de la compositora excede las 100 canciones y se especula que existen decenas de temas inéditos. Sus letras han sido interpretadas por innumerables intérpretes a lo largo de todo el mundo, entre ellos María Dolores Pradera, Julio Iglesias y Placido Domingo.
Como homenaje póstumo en Argentina una calle lleva su nombre, en Santiago de Chile y en España dos Plazas llevan el nombre de la artista, y en su natal Perú una alameda capitalina es llamada Chabuca Granda, además, se colocó un busto y una placa conmemorativa en el Puente de los Suspiros en Lima.
En su adolescencia, Chabuca Granda conformó el dúo “Luz y Sombra” con su amiga Pilar Chamaca Mújica, quiénes cantaban en Radio Nacional, Radio Miraflores, entre otras estaciones de radio. En 1937, Chabuca ya dirigía un programa para artistas aficionados en una de las radioemisoras de su país. Tres años después, la artista integró un trío con Martha y Charo Gibson, interpretando canciones populares mexicanas de la época.
Algunas de sus melodías fueron inspiradas en la vida de personas reales, una de ellas es “La Flor de la Canela”, un vals compuesto para Victoria Angulo, una mujer afrodescendiente. Su tema la sitúo en la esfera internacional, grabándose y traduciéndose en 30 idiomas. También, dedicó parte de sus canciones a sus compatriotas Violeta Parra y Javier Heraud.
Entre los temas de mayor éxito se encuentran “Fina Estampa, José Antonio y el Puente de los Suspiros”. Su personalidad se reflejaba en sus letras, dejando en ellas una muestra de su energía, alegría por la vida, naturalidad, elegancia, incomparable sensibilidad artística y pensamiento poético.
Chabuca logró mezclar el lenguaje moderno de sus letras con las melodías convencionales del vals peruano, por lo cual, es considerada como vanguardista y tradicional al mismo tiempo. Durante su trayectoria artística de más de 16 años, incursionó en variedad de ritmos como el tondero, vals criollo, marineras, danzas afro-peruanas y aborígenes.
La producción discográfica de la compositora excede las 100 canciones y se especula que existen decenas de temas inéditos. Sus letras han sido interpretadas por innumerables intérpretes a lo largo de todo el mundo, entre ellos María Dolores Pradera, Julio Iglesias y Placido Domingo.
Como homenaje póstumo en Argentina una calle lleva su nombre, en Santiago de Chile y en España dos Plazas llevan el nombre de la artista, y en su natal Perú una alameda capitalina es llamada Chabuca Granda, además, se colocó un busto y una placa conmemorativa en el Puente de los Suspiros en Lima.
La relación de Chabuca Granda con la Argentina fue muy estrecha. Luego de su muerte, en 1983, se encontró en su agenda un texto que hacía referencia a la Guerra de Malvinas del año anterior: "Dispón de mí, amadísima Argentina. Debe de haber alguna manera de entregar por ti mi vida a los 61 años, que para una guerra parecerían inservibles, pero te considero una causa justa y apropiada de morir por ella. Nada puedo decir para ayudarte a conseguir la paz, si tú has mostrado al mundo tus hijos y sus padres como el ejemplo más exacto del honor y del amor y de la voluntad por su tierra. La crueldad y la sinrazón de tu enemigo serán castigadas por la historia. Dios te ayude, amadísima Argentina. ¡Qué país eres! Te amo".
jueves, 25 de junio de 2020
La leyenda de la yerba mate
Cuenta una vieja leyenda guaraní que Yasí, la diosa luna, hace muchísimo tiempo quiso conocer la tierra y ver con sus propios ojos todas las maravillas que apenas podía ver entre la espesura de la selva, allá abajo.
Un día con su amiga, Araí, la diosa nube, bajaron a la tierra en la forma de dos jóvenes hermosas. Cansadas de recorrer todo y maravillarse, buscaron un lugar donde descansar. Vieron una cabaña entre los árboles. Cuando se dirigían hacia ella para pedir donde dormir, descubren, agazapado, un yaguareté acechándolas en una roca cercana. Súbitamente, salta sobre ellas con las zarpas listas. Al momento, se oye un silbido. El yaguareté cae atravesado por una flecha, herido de muerte. El salvador era un cazador que al ver a las jovencitas indefensas, se compadece y también les ofrece la hospitalidad de su casa. Las muchachas aceptan y lo siguen, hasta la cabaña que habían visto antes. Al entrar el hombre les presenta a su esposa y a su joven hija, la que, sin pensarlo dos veces, les ofrece, una rica tortita de maíz, su único y último alimento. Cuando las mujeres se van a buscar el mejor sitio para las visitas, el cazador les cuenta que decidieron vivir solos en el monte, alejados de su tribu, para salvar y conservar las virtudes, regalo de Tupá, que tenía su bonita y bondadosa hija, un tesoro para ellos. Pasan la noche y a la mañana siguiente, Yasí y Araí agradecen sinceramente a la familia su hospitalidad y se alejan.
Una vez en el cielo, Yasí, no pudo olvidar su aventura en la tierra. Cada noche que ve al cazador y a su familia, recuerda su valentía y generosidad. Sabiendo de su sacrificio filial, decide premiar a su salvador con un valioso regalo para él, y para el tesoro que tanto cuidaban: la hija. Cierta noche, Yasí recorre los alrededores sembrando unas semillas mágicas. A la mañana, ya han nacido y crecido unos árboles de hojas color verde oscuro con pequeñas flores blancas. El hombre y su familia, al levantarse, contemplan asombrados estas plantas desconocidas que aparecieron durante la noche. De repente, un punto brillante del cielo desciende hacia ellos con suavidad. Reconocen a la doncella que durmió en su casa.
—Soy Yasí, la diosa Luna —les dice—. He venido a traerles un presente como recompensa de vuestra generosidad. Esta planta, que llamarán “caá”, nunca permitirá que se sientan solos y será para todos los hombres, un especial símbolo de amistad. También he determinado que sea vuestra hija la dueña de la planta, por lo que, a partir de ahora, ella vivirá por siempre y nunca perderá su bondad, inocencia y belleza-. Después de mostrarles la manera correcta de secar las hojas, Yasí prepara el primer mate y se los ofrece. Luego, regresa satisfecha a su puesto en el cielo.
Pasan muchos años y luego de la muerte de sus padres, la hija se convierte en la deidad cuidadora de la yerba mate, la Caá Yarí, esa hermosa joven que pasea entre las plantas, susurrándoles y velando su crecimiento. A ella, también confían su alma los trabajadores de los yerbales…
Una vez en el cielo, Yasí, no pudo olvidar su aventura en la tierra. Cada noche que ve al cazador y a su familia, recuerda su valentía y generosidad. Sabiendo de su sacrificio filial, decide premiar a su salvador con un valioso regalo para él, y para el tesoro que tanto cuidaban: la hija. Cierta noche, Yasí recorre los alrededores sembrando unas semillas mágicas. A la mañana, ya han nacido y crecido unos árboles de hojas color verde oscuro con pequeñas flores blancas. El hombre y su familia, al levantarse, contemplan asombrados estas plantas desconocidas que aparecieron durante la noche. De repente, un punto brillante del cielo desciende hacia ellos con suavidad. Reconocen a la doncella que durmió en su casa.
—Soy Yasí, la diosa Luna —les dice—. He venido a traerles un presente como recompensa de vuestra generosidad. Esta planta, que llamarán “caá”, nunca permitirá que se sientan solos y será para todos los hombres, un especial símbolo de amistad. También he determinado que sea vuestra hija la dueña de la planta, por lo que, a partir de ahora, ella vivirá por siempre y nunca perderá su bondad, inocencia y belleza-. Después de mostrarles la manera correcta de secar las hojas, Yasí prepara el primer mate y se los ofrece. Luego, regresa satisfecha a su puesto en el cielo.
Pasan muchos años y luego de la muerte de sus padres, la hija se convierte en la deidad cuidadora de la yerba mate, la Caá Yarí, esa hermosa joven que pasea entre las plantas, susurrándoles y velando su crecimiento. A ella, también confían su alma los trabajadores de los yerbales…
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