En su adolescencia, Chabuca Granda conformó el dúo “Luz y Sombra” con su amiga Pilar Chamaca Mújica, quiénes cantaban en Radio Nacional, Radio Miraflores, entre otras estaciones de radio. En 1937, Chabuca ya dirigía un programa para artistas aficionados en una de las radioemisoras de su país. Tres años después, la artista integró un trío con Martha y Charo Gibson, interpretando canciones populares mexicanas de la época.
Algunas de sus melodías fueron inspiradas en la vida de personas reales, una de ellas es “La Flor de la Canela”, un vals compuesto para Victoria Angulo, una mujer afrodescendiente. Su tema la sitúo en la esfera internacional, grabándose y traduciéndose en 30 idiomas. También, dedicó parte de sus canciones a sus compatriotas Violeta Parra y Javier Heraud.
Entre los temas de mayor éxito se encuentran “Fina Estampa, José Antonio y el Puente de los Suspiros”. Su personalidad se reflejaba en sus letras, dejando en ellas una muestra de su energía, alegría por la vida, naturalidad, elegancia, incomparable sensibilidad artística y pensamiento poético.
Chabuca logró mezclar el lenguaje moderno de sus letras con las melodías convencionales del vals peruano, por lo cual, es considerada como vanguardista y tradicional al mismo tiempo. Durante su trayectoria artística de más de 16 años, incursionó en variedad de ritmos como el tondero, vals criollo, marineras, danzas afro-peruanas y aborígenes.
La producción discográfica de la compositora excede las 100 canciones y se especula que existen decenas de temas inéditos. Sus letras han sido interpretadas por innumerables intérpretes a lo largo de todo el mundo, entre ellos María Dolores Pradera, Julio Iglesias y Placido Domingo.
Como homenaje póstumo en Argentina una calle lleva su nombre, en Santiago de Chile y en España dos Plazas llevan el nombre de la artista, y en su natal Perú una alameda capitalina es llamada Chabuca Granda, además, se colocó un busto y una placa conmemorativa en el Puente de los Suspiros en Lima.
La relación de Chabuca Granda con la Argentina fue muy estrecha. Luego de su muerte, en 1983, se encontró en su agenda un texto que hacía referencia a la Guerra de Malvinas del año anterior: "Dispón de mí, amadísima Argentina. Debe de haber alguna manera de entregar por ti mi vida a los 61 años, que para una guerra parecerían inservibles, pero te considero una causa justa y apropiada de morir por ella. Nada puedo decir para ayudarte a conseguir la paz, si tú has mostrado al mundo tus hijos y sus padres como el ejemplo más exacto del honor y del amor y de la voluntad por su tierra. La crueldad y la sinrazón de tu enemigo serán castigadas por la historia. Dios te ayude, amadísima Argentina. ¡Qué país eres! Te amo".
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