martes, 18 de diciembre de 2012

Olga Zubarry: una de las grandes estrellas del cine argentino


falleció ayer, a los 83 años, transitó durante más de cinco décadas por la pantalla nacional a través de personajes cómicos y dramáticos a los que supo imponerles su carisma y un talento que la convirtieron en una de las figuras más representativas del cine artentino.
Había nacido en el barrio porteño de Parque de los Patricios el 30 de octubre de 1929 como Olga Zubarriaín, aunque sus amigos la llamaban "la Vasca". Admiradora fiel del equipo de Huracán solía decir que "mi destino está en el arte". Debido a la gran admiración que sentía por María Duval, por intermedio de Juan Carlos Thorry se presentó en los estudios Lumiton y fue elegida para animar una escena en el film 16 años. Su belleza y su desenvoltura le abrieron las puertas de la pantalla grande y así intervino en Safo, La pequeña señora de Pérez, Las seis suegras de Barba Azul, No salgas esta noche y Adán y la serpiente, comedias en la que demostró su facilidad para encarnar a esa pícara enredada en divertidas aventuras. "En aquellos tiempos -recordaba- supe que mi auténtica vocación estaba en la pantalla grande, y poco a poco fui escalando posiciones frente a las cámaras."
En 1946 su nombre llegó a la cumbre de la popularidad al ser convocada por Carlos Hugo Christensen para protagonizar El ángel desnudo, en la que aparecía con su espalda desnuda y que se convirtió en un notable éxito de público. Ella fue, además, consagrada como la revelación femenina de ese año. "Ésa fue mi plataforma al éxito -dijo- a pesar de intervenir en un papel que, al principio, me negaba a interpretar." La década del 40 concluyó con tres grandes sucesos: la audaz Los pulpos, el excelente policial La muerte camina en la lluvia y Yo no elegí mi vida, donde formó pareja con Arturo de Córdova. Posteriormente viajó a Venezuela para realizar Yo quiero una mujer así, fallido intento dirigido por Juan Carlos Thorry.
Los años 50 fueron la etapa más pródiga de su carrera; prácticamente todos sus trabajos son dignos de destacar, aún su breve pero antológica intervención en El extraño caso del hombre y la bestia, de Mario Soffici. Entre sus mejores films merecen citarse Abuso de confianza, Concierto para una lágrima y La simuladora, y tres títulos por los que recibió premios como mejor actriz: Ellos nos hicieron así, El vampiro negro y Marianela. Brilló también en comedias como El honorable inquilino, Valentina y ¡Qué hermanita!
Hacia finales de esa década realizó dos coproducciones con Paraguay de regular logro: la inédita En la vía y La sangre y la semilla y participó, además, en El candidato, de Fernando Ayala. Su magistral intervención en Hijo de hombre, de Lucas Demare, fue premiada en el Festival de Sebastián en 1961 y con este mismo director realizó Los guerrilleros. Reclamada por los productores españoles protagonizó allí una remake de A sangre fría, que se tituló A hierro muere, acompañada por Alberto de Mendoza. Otro trabajo muy importante en su carrera es Invasión, de Hugo Santiago, algunas de cuyas secuencias son utilizadas para enseñar cine en universidades de los Estados Unidos.
A partir de fines de los 60 los papeles que desempeñó no estuvieron siempre a la altura de su talento, con excepción de Crecer de golpe, Desde el abismo, Los pasajeros del jardín y Contar hasta diez. Trabajó también intensamente en televisión , pero nunca hizo teatro.
Casada con el abogado Juan Carlos Garate, con quien tuvo dos hijas, Mariana y Valeria, su trayectoria artística fue mermando, ya que en los últimos años sólo participó en algunos cortometrajes de nuevos realizadores y en el largo Plaza de almas, de Fernando Díaz, que le valió el premio a la mejor actriz otorgado por la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina.
Sus restos serán cremados  en el Cementerio de la Chacarita.

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