No pudieron ser más distintos, en temperamento, carácter y forma de actuar. Sin embargo, juntos
encabezaron durante muchos años una de las compañías más duraderas y memorables en la historia del teatro argentino. Se llamaban Enrique Muiño y Elías Alippi, y una anécdota bastará para conocerlos.
Contaba Iris Marga que Muiño, bohemio irremediable, llegaba siempre tarde a los ensayos. Alippi, en cambio, era la puntualidad y la exactitud en persona, un director (él firmaba las puestas en escena) minucioso hasta la exasperación. Ese día el retraso de Muiño sobrepasó todos los límites: media hora, una hora, una hora y media...
Cuando por fin llegó, a las cansadas, Alippi lo increpó duramente. El culpable, con fingido candor, mostró su reloj de bolsillo, convenientemente atrasado. Su socio se arrancó de la muñeca el magnífico reloj suizo de oro que era su orgullo, lo arrojó al suelo y exclamando "¡Entonces esta porquería no sirve para nada!", lo aplastó bajo el taco de su zapato. Muiño, avergonzado, y en extremo sensible como era, no pudo contener las lágrimas y pidió perdón a toda la compañía.
Muiño y Alippi cultivaron un repertorio ecléctico, con predominio de la comedia dramática. Su mayor éxito fue una pieza costumbrista, "Lo que le pasó a Reynoso". Se conocieron en 1916, en el teatro Nuevo (donde hoy se alza el San Martín), en la compañía de los Podestá. Muiño, hijo de inmigrantes gallegos, tuvo una infancia azarosa, más por su negativa a convertirse en lo que entonces se llamaba un hombre de provecho, que por estrecheces de familia. Fue vendedor ambulante, llegó a dormir en una fonda por veinte centavos la noche, hasta que su padre, harto, lo enroló de marinero en la fragata Sarmiento, donde pasó siete años. A bordo, en travesías que lo llevaron por todo el mundo, improvisaba funciones de teatro con sus compañeros. Al regresar, un esforzado maestro, Mariano Arosa, le dio lecciones gratuitas de cultura general. En 1902, el joven Enrique ingresó en el elenco de los Podestá.
Alippi -en verdad se llamaba Isaías- era hijo de un talabartero italiano, de origen sefardí, que ansiaba verlo abogado. Pero al muchacho lo atraía más el escenario. Se presentó a Jerónimo Podestá y cuando éste le preguntó qué sabía hacer, contestó: "Bailar tango". Y fue en ese carácter que dos días después se floreaba con cortes y quebradas en "Justicia criolla", una "zarzuela porteña" de Ezequiel Soria. Durante cinco años trabajó sin cobrar sueldo y tan sólo cuando por casualidad debió reemplazar de apuro al protagonista de "Caín", de García Velloso, empezaron a pagarle sesenta pesos por mes.
Sin desdeñar el recio temperamento dramático de Muiño, sobre todo antes de que el cine lo embalsamara en una reiterada imagen de patriarca sentencioso, fue Alippi el alma de esa dupla. El instaba a los dramaturgos a escribirles (la primera pieza de Samuel Eichelbaum, "Pan criollo", por ejemplo), buceaba en el repertorio extranjero ("El paquebote Tenacity", de Charles Vildrac), ponía su innato buen gusto en la colaboración con escenógrafos, figurinistas e iluminadores, y llegó a dirigir dos de los más memorables éxitos de la Comedia Nacional en su época de oro: "Calandria", de Martiniano Leguizamón, y una espléndida versión de "Martín Fierro".
viernes, 28 de marzo de 2014
martes, 25 de marzo de 2014
HOMENAJE A DISCEPOLO EN BAHIA BLANCA
El Jueves 27 de marzo a las 18hs en el auditorio de la Cooperativa Obrera de Bahía Blanca (Zelarrayán 560), dentro del ciclo "BAHIA BLANCA NO OLVIDA", se proyectará un documental sobre la vida y obra de ENRIQUE SANTOS DISCEPOLO en el 113 aniversario de su nacimiento acompañado de un show musical a cargo de GABY, "LA VOZ SENSUAL DEL TANGO" repasando la obra de Discepolín.
“Es un honor para mí recordar la obra de Discépolo. El año pasado tuve la suerte de cantar sus canciones y en esta oportunidad puedo cambiar totalmente el repertorio y seguir haciendo sus temas porque nos ha dejado un legado tan rico y tan valioso que es imposible aburrirse de Discepolín. Mensaje es mi favorita, pero hay otras de sus obras que tienen un fuerte significado para mí; es el caso de El Choclo que fue el primer tango que interpreté sobre un escenario, cuando aún no tenía 15 años”, expresó la morocha bahiense.
Gaby interpretará tres tangos al iniciar el encuentro, luego podrá disfrutarse del documental audiovisual y regresará nuevamente para dar un cierre musical al homenaje.
Enrique Santos Discépolo: Nació en Buenos Aires el 27 de marzo de 1901 y murió en la misma ciudad el 23 de diciembre de 1951.
Fue actor, dramaturgo y cineasta, aunque se destacó como compositor y letrista de tangos. Huérfano desde los nueve años, lo crío su hermano Armando, un dramaturgo del grotesco rioplatense que le transmitió su pasión por el teatro. Debutó como actor en 1917 y como dramaturgo en 1918 con Los duendes. Pese a la oposición de su hermano, en 1925 comienza a componer los tangos cuyas letras angustiadas e irónicas lo convertirían en uno de los grandes renovadores del género.
Entre sus mayores éxitos figuran "Cambalache" (1935), "Uno" (1943) y "Cafetín de Buenos Aires" (1948).
Discépolo fue un acertado traductor de las causas y consecuencias que provocan los sentimientos. Su óptica, siempre aguda, áspera y mordaz, se centró en el dramatismo y la tristeza de la condición humana. No parece aventurado, entonces, afirmar que la ideología pasional de Discépolo proviene de esa escisión que lo desgarra: la cicatriz ajena.
El gran tema de su vida y de su obra ha sido el tipo de relación que logró establecer con la sociedad argentina. Nadie hizo algo similar y cuánto más anacrónicas resultan las letras de otros autores, más actuales, por contraste, suenan “Qué sapa señor!”, “Yira...yira...”, “Tormenta”, “Tres esperanzas”, “Qué va cha che” o el infaltable “Cambalache”.
“Es un honor para mí recordar la obra de Discépolo. El año pasado tuve la suerte de cantar sus canciones y en esta oportunidad puedo cambiar totalmente el repertorio y seguir haciendo sus temas porque nos ha dejado un legado tan rico y tan valioso que es imposible aburrirse de Discepolín. Mensaje es mi favorita, pero hay otras de sus obras que tienen un fuerte significado para mí; es el caso de El Choclo que fue el primer tango que interpreté sobre un escenario, cuando aún no tenía 15 años”, expresó la morocha bahiense.
Gaby interpretará tres tangos al iniciar el encuentro, luego podrá disfrutarse del documental audiovisual y regresará nuevamente para dar un cierre musical al homenaje.
Enrique Santos Discépolo: Nació en Buenos Aires el 27 de marzo de 1901 y murió en la misma ciudad el 23 de diciembre de 1951.
Fue actor, dramaturgo y cineasta, aunque se destacó como compositor y letrista de tangos. Huérfano desde los nueve años, lo crío su hermano Armando, un dramaturgo del grotesco rioplatense que le transmitió su pasión por el teatro. Debutó como actor en 1917 y como dramaturgo en 1918 con Los duendes. Pese a la oposición de su hermano, en 1925 comienza a componer los tangos cuyas letras angustiadas e irónicas lo convertirían en uno de los grandes renovadores del género.
Entre sus mayores éxitos figuran "Cambalache" (1935), "Uno" (1943) y "Cafetín de Buenos Aires" (1948).
Discépolo fue un acertado traductor de las causas y consecuencias que provocan los sentimientos. Su óptica, siempre aguda, áspera y mordaz, se centró en el dramatismo y la tristeza de la condición humana. No parece aventurado, entonces, afirmar que la ideología pasional de Discépolo proviene de esa escisión que lo desgarra: la cicatriz ajena.
El gran tema de su vida y de su obra ha sido el tipo de relación que logró establecer con la sociedad argentina. Nadie hizo algo similar y cuánto más anacrónicas resultan las letras de otros autores, más actuales, por contraste, suenan “Qué sapa señor!”, “Yira...yira...”, “Tormenta”, “Tres esperanzas”, “Qué va cha che” o el infaltable “Cambalache”.
El santo de la espada de Leopoldo Torre Nilsson
El santo de la espada es un repaso presuroso pero claro de la gesta enmancipadora del General San Martín por lograr la independencia de Argentina, Chile y Perú. Tomando como punto de partida la novela de Ricardo Rojas, Beatriz Guido y Luis Pico Estrada realizan el guión de la película posteriormente adaptado por el propio Nilsson y Ulyes Petit de Murat con música de Ariel Ramirez. Vaya nombres si a estos encima agregamos los del reparto con Alfredo Alcón como el General San Martín, una jovencísima Evangelina Salazar como Remedios de Escalada y otros incontables nombres llamativos del cine argentino como Lautaro Murúa, Hector Alterio y Ana María Picchio como Jesús, la negra criada de Remedios.
Si bien muchos critican que esta es una de las películas más mediocres del director, lo cierto es que no puede menos que valorarse el que Torre Nilsson haya realizado un film en el que uno de nuestros verdaderos héroes nacionales tengan protagonismo. Y en honor de la verdad, personalmente me ha gustado el film. No sólo veremos al San Martín héroe , al hombre que peleaba por ideales que el resto veía como meros deseos de poder, sino al ser de familia, al enamorado, al padre, al amigo. Increíble y destacable las escenas donde se evidencian las dificultades para llegar a Chile cruzando la cordillera; si hasta se puede sentir el frío, el hambre y el cansancio o la escena en que las damas de alta sociedad impulsadas por Remedios donan todas sus joyas a la causa pues si habían de esperar el apoyo de Buenos Aires estaban perdidos.
Diálogos bien armados en que si bien figuran algunas de las famosas frases del prócer no se abusa de ellas creando un guión acartonado y falso. Una producción que no debe de haber sido nada fácil pero que en su medida está relizada con más logro que desacierto, dinámica, entendible, emotiva. El santo de la espada es ya un clásico dentro del cine argentino y que bien merece un visionado para asomarse al menos a la figura de un gran hombre. Les dejo un trailer muy casero que realicé con algunas de las escenas del film y debajo el enlace a cine clásico argentino, página que reúne nuestras joyas del cine nacional de donde pueden descargarla. Dura apenitas hora y media y es altamente recomendable.
Intérpretes:
Alfredo Alcón
Evangelina Salazar
Lautaro Murúa
Ana María Picchio
Héctor Alterio
Héctor Pellegrini
Alfredo Iglesias
Mario Casado
Walter Soubrié
Fernando Lewiz
Onofre Lovero
Miguel Bermúdez
Juan Carlos Lamas
Diego Varzi
Aldo Barbero
Eduardo Pavlovsky
Eduardo Humberto Nóbili
Rodolfo Brindisi
Miguel Herrera
Hugo Arana
Rubén Green
José Slavin
Leonor Manso
Si bien muchos critican que esta es una de las películas más mediocres del director, lo cierto es que no puede menos que valorarse el que Torre Nilsson haya realizado un film en el que uno de nuestros verdaderos héroes nacionales tengan protagonismo. Y en honor de la verdad, personalmente me ha gustado el film. No sólo veremos al San Martín héroe , al hombre que peleaba por ideales que el resto veía como meros deseos de poder, sino al ser de familia, al enamorado, al padre, al amigo. Increíble y destacable las escenas donde se evidencian las dificultades para llegar a Chile cruzando la cordillera; si hasta se puede sentir el frío, el hambre y el cansancio o la escena en que las damas de alta sociedad impulsadas por Remedios donan todas sus joyas a la causa pues si habían de esperar el apoyo de Buenos Aires estaban perdidos.
Diálogos bien armados en que si bien figuran algunas de las famosas frases del prócer no se abusa de ellas creando un guión acartonado y falso. Una producción que no debe de haber sido nada fácil pero que en su medida está relizada con más logro que desacierto, dinámica, entendible, emotiva. El santo de la espada es ya un clásico dentro del cine argentino y que bien merece un visionado para asomarse al menos a la figura de un gran hombre. Les dejo un trailer muy casero que realicé con algunas de las escenas del film y debajo el enlace a cine clásico argentino, página que reúne nuestras joyas del cine nacional de donde pueden descargarla. Dura apenitas hora y media y es altamente recomendable.
Intérpretes:
Alfredo Alcón
Evangelina Salazar
Lautaro Murúa
Ana María Picchio
Héctor Alterio
Héctor Pellegrini
Alfredo Iglesias
Mario Casado
Walter Soubrié
Fernando Lewiz
Onofre Lovero
Miguel Bermúdez
Juan Carlos Lamas
Diego Varzi
Aldo Barbero
Eduardo Pavlovsky
Eduardo Humberto Nóbili
Rodolfo Brindisi
Miguel Herrera
Hugo Arana
Rubén Green
José Slavin
Leonor Manso
sábado, 22 de marzo de 2014
Julieta Lanteri: La primera mujer sudamericana que pudo votar y fue candidata
La secretaria del Congreso Internacional Femenino de 1910 fue Julieta Lanteri, a la que podríamos considerar la primera ciudadana argentina, quien, como expresión de esos tiempos, era inmigrante.) Nacida en Cuneo, Italia, el 22 de marzo de 1873, llegó a Buenos Aires con sus padres y su hermana Regina cuando tenía seis años. Fue la primera mujer que pudo ingresar y recibirse de bachiller en el Colegio Nacional de La Plata. En 1898 se graduó de farmacéutica en la Universidad de Buenos Aires, donde ocho años después, se convirtió en la quinta mujer en recibirse de médica y obtuvo el doctorado en 1907. Ese mismo año en una conferencia que brinda en la Asociación obstétrica Nacional señala: La influencia del varón se ha dejado sentir siempre, y en todas las cosas y en su infinita pequeñez la mujer ha sido llamada a crear nada y ni siquiera a mejorar aquellas cosas más íntimas de su exclusiva incumbencia, “el trabajo de su parto”. Fácilmente sugestionable, ha sufrido más intensa y largamente la influencia de las doctrinas filosóficas que las religiones han llevado a los pueblos, y su ingénita debilidad material la ha tenido alejada del movimiento y de la lucha por la vida cuyas asperezas templan y forman el carácter, y abren al espíritu horizontes nuevos. Esa vida de indiferencia y de abandono, ha obligado a la mujer a ver y a sufrir el dolor de su consexual con una estoicidad rayana en la inconciencia, y es de creer que jamás habría reaccionado a no haber llegado la oportuna intervención del varón ya directa o indirectamente. El hombre piensa, estudia y trabaja y jamás siente saciedad del saber ¿por qué la mujer se detiene? … De ninguna manera se debe admitir esto y la prueba está en que un despertar placentero se manifiesta en la vida de las mujeres en general, y las hace entrar de lleno en la evolución y el progreso. Cuando todos pensaban que a sus 36 años quedaba para vestir santos, Julieta se casó con Alberto Renshaw, un joven de origen norteamericano 14 años menor que ella. Junto con su amiga Raquel Camaña, se interesó por los derechos políticos de la mujer y por la situación de la infancia. En 1911, ambas fundaron la Liga pro Derechos de la Mujer y del Niño, que dos años después organizó el Primer Congreso del Niño en nuestro país. En 1910, al nacionalizarse argentina y en el contexto del debate sobre la reforma electoral que llevaría a la llamada Ley Sáenz Peña, la doctora Lanteri hizo una presentación judicial muy particular: reclamó que se le reconocieran plenos derechos como ciudadana, incluidos los políticos. Lo más curioso es que el fallo de primera instancia, luego refrendado por la Cámara Federal, resultó favorable. El juez E. Claros decía: Como juez tengo el deber de declarar que su derecho a la ciudadanía está consagrado por la Constitución y, en consecuencia, que la mujer goza en principio de los mismos derechos políticos que las leyes, que reglamentan su ejercicio, acuerdan a los ciudadanos varones, con las únicas restricciones que, expresamente, determinen dichas leyes, porque ningún habitante está privado de lo que ellas no prohíben. Fue así que el 16 de julio de 1911 Julieta Lanteri fue la primera mujer incorporada a un padrón electoral argentino, y en las elecciones del 26 de noviembre de ese año fue la primera sudamericana que pudo votar. Lo hizo en la mesa 1 de la segunda sección electoral de la Capital Federal, en el atrio de la iglesia de San Juan donde el presidente de mesa era nada menos que el historiador Adolfo Saldías, “quien le manifestó su satisfacción por haber firmado la boleta de la primera sufragista sudamericana”. Curiosamente, la ley 8871 sancionada en febrero de 1912, que democratizaba el sistema electoral al disponer su carácter secreto y obligatorio, imposibilitó que las mujeres recurriesen al trámite seguido por Julieta Lanteri unos meses antes. Al establecer que el padrón electoral correspondería al empadronamiento para el servicio militar, restringido a los ciudadanos varones, la ley “expresamente” establecía una “restricción”. Julieta exigió que se la incluyese en el padrón militar, pero no la aceptaron, lo que no impidió que siguiera luchando y fuera por más: ahora daría batalla para ser candidata. Presentó ante la Junta escrutadora el siguiente escrito: “siendo ciudadana argentina, por nacionalización y, en virtud de sentencia de la Corte Suprema, no figura mi nombre en el padrón electoral, no obstante las gestiones que he realizado con tal propósito. Creo, sin embargo, que ello no constituye impedimento alguno para la obtención del cargo de diputado, y ya que la Constitución Nacional emplea la designación genérica de ciudadano sin excluir a las personas de mi sexo, no exigiendo nada más que condiciones de residencia, edad y honorabilidad, dentro de las cuales me encuentro, concordando con ello la ley electoral, que no cita a la mujer en ninguna de sus excepciones”. Contra todos los pronósticos la Junta accedió al pedido aunque aclaró que esto no implicaba “pronunciamiento alguno sobre la cuestión de fondo que plantea la peticionante en el comienzo de su escrito” La Lanteri, como comenzaron a llamarla despectivamente en algunos medios gráficos, se convirtió también en la primera mujer candidata a un cargo electivo y se lanzó a la campaña con una plataforma electoral altamente progresista que incluía la licencia por maternidad y el subsidio estatal por hijo, la protección a los huérfanos, la abolición de la venta y la producción de bebidas alcohólicas, la abolición de la prostitución reglamentada, el sufragio universal para los dos sexos, igualdad civil para los hijos legítimos y los conceptuados no legítimos; horario máximo de 6 horas de trabajo para la mujer; salario igual para trabajos equivalentes para los dos sexos; jubilación y pensión para todo empleado u obrero; abolición de la pena de muerte, divorcio absoluto y representación proporcional de las minorías en los órdenes nacional, provincial y municipal . En las elecciones de diputados de 1919 en las que compitió con los candidatos de los partidos Socialista, Demócrata Progresista, Socialista Argentino, UCR, Socialismo Internacional (el embrionario Partido Comunista), Comité de la Juventud Opositora, Liga Radical de Protesta y el Centro Alfredo Palacios, Julieta obtuvo 1.730 votos sobre un total de 154.302 sufragios emitidos. Vale la pena recordar que todos sus votantes eran hombres. Julieta continuaría imparable con su lucha, incluso una vez producido el golpe de Uriburu. Hasta que la tarde del 23 de febrero de 1932 , mientras caminaba por Diagonal Norte y Suipacha, fue atropellada por un auto que se subió a la vereda marcha atrás. Al volante estaba un miembro de la Legión Cívica. La notable luchadora Murió dos días después en el Hospital Rawson, a los 59 años. |
Un 22 De Marzo de 1923 Nace el mimo y actor francés Marcel Marceau
Fue un mimo y actor francés. Marceau creó en 1947 a "Bip", el payaso con un suéter a rayas y con un sombrero de copa decorado con una flor (que representaba la fragilidad de la vida) y que se convirtió en su alter ego, similar al "vagabundo" de Chaplin.
Cuando tenía cuatro años, él y su familia, pertenecientes a la religión judía, se mudaron a Lille, aunque volvieron a Estrasburgo en los primeros años de su adolescencia. A los 16 años, Marcel y su familia se vieron obligados a dejar su hogar cuando las tropas alemanas invadieron Francia y huyeron a Limoges. Su padre, un carnicero judío, fue arrestado por la Gestapo y fue deportado al campo de concentración de Auschwitz, donde murió en 1944. Marcel y su hermano, Alain, decidieron adoptar el apellido "Marceau" para ocultar sus orígenes judíos. El apellido fue elegido como referencia a un general de la Revolución Francesa. Ambos hermanos se alistaron a la Resistencia francesa y salvaron a numerosos niños judíos de los campos de concentración. El estilo de la pantomima de Marceau no ha tenido par, sus ejercicios silenciosos que incluyen las clásicas representaciones de la caja, caminando en contra del viento, el hacedor de máscaras, en el parque y sátiras de todo tipo, desde escultores a matadores, han sido descritas como geniales. Respecto al avance de la edad su pieza "Joven, maduro, anciano y muerte", un crítico ha dicho que "logra en menos de dos minutos lo que la mayoría de los novelistas no logran en volúmenes".
Fue condecorado oficial de la Legión de Honor francesa.
Falleció en Cahors, el 22 de septiembre de 2007
Cuando tenía cuatro años, él y su familia, pertenecientes a la religión judía, se mudaron a Lille, aunque volvieron a Estrasburgo en los primeros años de su adolescencia. A los 16 años, Marcel y su familia se vieron obligados a dejar su hogar cuando las tropas alemanas invadieron Francia y huyeron a Limoges. Su padre, un carnicero judío, fue arrestado por la Gestapo y fue deportado al campo de concentración de Auschwitz, donde murió en 1944. Marcel y su hermano, Alain, decidieron adoptar el apellido "Marceau" para ocultar sus orígenes judíos. El apellido fue elegido como referencia a un general de la Revolución Francesa. Ambos hermanos se alistaron a la Resistencia francesa y salvaron a numerosos niños judíos de los campos de concentración. El estilo de la pantomima de Marceau no ha tenido par, sus ejercicios silenciosos que incluyen las clásicas representaciones de la caja, caminando en contra del viento, el hacedor de máscaras, en el parque y sátiras de todo tipo, desde escultores a matadores, han sido descritas como geniales. Respecto al avance de la edad su pieza "Joven, maduro, anciano y muerte", un crítico ha dicho que "logra en menos de dos minutos lo que la mayoría de los novelistas no logran en volúmenes".
Fue condecorado oficial de la Legión de Honor francesa.
Falleció en Cahors, el 22 de septiembre de 2007
viernes, 7 de marzo de 2014
GABY “LA VOZ SENSUAL DEL TANGO” HOMENAJE AL BANDONEON MAYOR DE BUENOS AIRES EN LA FIESTA DE LA SOBERANIA PATAGONICA
El domingo 9 de marzo alrededor de las 23,30 hs en la jornada de cierre de la mítica Fiesta de La Soberanía Patagónica, en la ciudad de Carmen de Patagones, la cantante bahiense GABY “La voz sensual del tango” interpretará temas de Anibal Troilo, en el homenaje que dicha fiesta le rendirá al bandoneón mayor de Buenos Aires en el centenario de su nacimiento. Asimismo, se colocará una referencia histórica con imagen de Aníbal Troilo, realizada por el afamado pintor y fileteador Pedro Araya. Evento enmarcado en los Festejos Nacionales e Internacionales programados por la Comisión Centenario Aníbal Troilo.
Los destacados bailarines de la ciudad de los vientos Natalia Gastaminza y Gustavo Rodriguez, finalistas por décimo año consecutivo del Mundial de Tango de la ciudad de Buenos Aires, también actuarán en el mencionado homenaje.
Gaby “La voz sensual del tango” ha realizado giras por Cuba, México, Finlandia, Holanda, Chile, El Salvador, Panama, España, Brasil, Paraguay, Uruguay, Perú y todo el interior del país.
La artista, inició su carrera a los 12 años, tomando clases de canto y presentándose en certámenes competitivos locales y nacionales. Lleva editados seis discos y un DVD con distribución nacional e internacional y es una de las cantantes jóvenes mejor posicionadas del género.
Es guionista e integrante del trío Muñecas Bravas, junto a Geraldine Trenza Cobre y Patricia Malanca, un show de tango que revoluciona el género recorriendo el papel de la mujer en el tango. Gaby, es además, Licenciada en Comunicación Social (UBA) y coautora de los libros biográficos “Carlos Di Sarli, El señor con alma de niño”, “Roberto Achával, el último cantor de Pichuco” y “Chaco, una provincia para enamorarse”. Desde 2005 conduce el programa radial La fama es puro cuento que nació en Radio El Mundo de Buenos Aires y actualmente se emite por Radio Mitre de Bahía Blanca.
Jorge Luis Borges : “Anécdotas y Ocurrencias”:
En 1977 Borges escribió un cuento para La Nación: “24 de agosto de 1983″, donde el propio Borges se soñaba a sí mismo suicidándose en esa precisa fecha, el día en que cumplía 84 años. A medida que se acercaba la fecha de su cumpleaños, apareció mucha gente preocupada por el posible traslado de la ficción a la realidad.
Borges entonces comentó: “¿Qué hago? ¿Me comporto como un caballero y convierto en realidad esa ficción para no defraudar a esa gente? ¿O me hago el distraído y dejo pasar las cosas?”
Siempre he sentido que hay algo en Buenos Aires que me gusta. Me gusta tanto que no me gusta que les guste a otras personas. Es un amor así, celoso. Cuando yo he estado fuera del país, por ejemplo en los Estados Unidos, y alguien dijo de visitar América del Sur, le he incitado a conocer Colombia, por ejemplo, o le recomiendo Montevideo. Buenos Aires, no. Es una ciudad demasiado gris, demasiado grande, triste les digo, pero eso lo hago porque me parece que los otros no tienen derecho de que les guste.
(Fragmentos extraídos del libro “Borges, sus días y su tiempo” de María E.Vázquez. Javier Vergara Editor, 1984).
Borges está con otras personas en una editorial de Buenos Aires, esperando a un gerente que se había retrasado y que llega, finalmente, con media hora de tardanza. Entonces ocurre este diálogo: Gerente: Disculpen la demora, pero es que me ha sucedido un hecho extraordinario.
Borges: ¿Ah, sí? Gerente: Juzguen ustedes mismos: anoche soñé con una antigua y muy querida novia. El sueño, que se repitió una y otra vez durante toda la noche, era de lo más turbador: la imagen de mi novia giraba dentro de lo que parecía un túnel, mientras con la mano derecha saludaba como despidiéndose una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez. (El gerente tiene la frente cubierta de sudor; sus interlocutores aguardan).
Gerente: Pero ahí no acaba la cosa. Esta mañana a las siete en punto suena el teléfono y me comunican que mi ex novia, la del sueño, había muerto anoche en un accidente. ¿Comprenden? Durante toda la noche, mientras iba en busca de su muerte, mi novia se despidió de mí una y otra vez, una y otra vez, saludándome con la mano.
Y Borges, entonces, comenta: ¿Qué atenta, ¿no? (Contado por Mario Benedetti.)
¿Qué tipo de Estado desearía?
Un Estado mínimo, que no se notara. Viví en Suiza cinco años y allí nadie sabía cómo se llama el presidente.
La abolición del Estado que usted propone tiene mucho que ver con el anarquismo.
Sí, exacto, con el anarquismo de Spencer, por ejemplo. Pero no sé si somos lo bastante civilizados para llegar a eso.
¿Piensa seriamente que tal Estado es factible?
Por supuesto. Eso sí, es cuestión de esperar doscientos o trescientos años.
¿Y mientras tanto?
Mientras tanto, jodernos.
(Revista Siete Días, Buenos Aires, 1973.)
Fue en julio de 1963 cuando Borges se inscribió en el Partido Conservador: “Madre, radical de pura cepa, está un poco enfadada; piensa: el otro (Perón) es prófugo, y éste (mi hijo) es tránsfuga. Me ve como un traidor. Al fin y al cabo, los momentos de mayor grandeza que tuvo el país fueron siempre bajo gobiernos conservadores. Yo les dije: Ustedes son el único partido razonable, no son ideólogos. Y concluye: Estudio inglés antiguo, escribo versos medidos y rimados, me gustan los filmes norteamericanos, estoy inscripto en el Partido Conservador: soy un viejo de mierda, estoy perdido”.
(De Borges a Bioy).
Borges entonces comentó: “¿Qué hago? ¿Me comporto como un caballero y convierto en realidad esa ficción para no defraudar a esa gente? ¿O me hago el distraído y dejo pasar las cosas?”
Siempre he sentido que hay algo en Buenos Aires que me gusta. Me gusta tanto que no me gusta que les guste a otras personas. Es un amor así, celoso. Cuando yo he estado fuera del país, por ejemplo en los Estados Unidos, y alguien dijo de visitar América del Sur, le he incitado a conocer Colombia, por ejemplo, o le recomiendo Montevideo. Buenos Aires, no. Es una ciudad demasiado gris, demasiado grande, triste les digo, pero eso lo hago porque me parece que los otros no tienen derecho de que les guste.
(Fragmentos extraídos del libro “Borges, sus días y su tiempo” de María E.Vázquez. Javier Vergara Editor, 1984).
Borges está con otras personas en una editorial de Buenos Aires, esperando a un gerente que se había retrasado y que llega, finalmente, con media hora de tardanza. Entonces ocurre este diálogo: Gerente: Disculpen la demora, pero es que me ha sucedido un hecho extraordinario.
Borges: ¿Ah, sí? Gerente: Juzguen ustedes mismos: anoche soñé con una antigua y muy querida novia. El sueño, que se repitió una y otra vez durante toda la noche, era de lo más turbador: la imagen de mi novia giraba dentro de lo que parecía un túnel, mientras con la mano derecha saludaba como despidiéndose una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez. (El gerente tiene la frente cubierta de sudor; sus interlocutores aguardan).
Gerente: Pero ahí no acaba la cosa. Esta mañana a las siete en punto suena el teléfono y me comunican que mi ex novia, la del sueño, había muerto anoche en un accidente. ¿Comprenden? Durante toda la noche, mientras iba en busca de su muerte, mi novia se despidió de mí una y otra vez, una y otra vez, saludándome con la mano.
Y Borges, entonces, comenta: ¿Qué atenta, ¿no? (Contado por Mario Benedetti.)
¿Qué tipo de Estado desearía?
Un Estado mínimo, que no se notara. Viví en Suiza cinco años y allí nadie sabía cómo se llama el presidente.
La abolición del Estado que usted propone tiene mucho que ver con el anarquismo.
Sí, exacto, con el anarquismo de Spencer, por ejemplo. Pero no sé si somos lo bastante civilizados para llegar a eso.
¿Piensa seriamente que tal Estado es factible?
Por supuesto. Eso sí, es cuestión de esperar doscientos o trescientos años.
¿Y mientras tanto?
Mientras tanto, jodernos.
(Revista Siete Días, Buenos Aires, 1973.)
Fue en julio de 1963 cuando Borges se inscribió en el Partido Conservador: “Madre, radical de pura cepa, está un poco enfadada; piensa: el otro (Perón) es prófugo, y éste (mi hijo) es tránsfuga. Me ve como un traidor. Al fin y al cabo, los momentos de mayor grandeza que tuvo el país fueron siempre bajo gobiernos conservadores. Yo les dije: Ustedes son el único partido razonable, no son ideólogos. Y concluye: Estudio inglés antiguo, escribo versos medidos y rimados, me gustan los filmes norteamericanos, estoy inscripto en el Partido Conservador: soy un viejo de mierda, estoy perdido”.
(De Borges a Bioy).
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