La secretaria del Congreso Internacional Femenino de 1910 fue Julieta Lanteri, a la que podríamos considerar la primera ciudadana argentina, quien, como expresión de esos tiempos, era inmigrante.) Nacida en Cuneo, Italia, el 22 de marzo de 1873, llegó a Buenos Aires con sus padres y su hermana Regina cuando tenía seis años. Fue la primera mujer que pudo ingresar y recibirse de bachiller en el Colegio Nacional de La Plata. En 1898 se graduó de farmacéutica en la Universidad de Buenos Aires, donde ocho años después, se convirtió en la quinta mujer en recibirse de médica y obtuvo el doctorado en 1907. Ese mismo año en una conferencia que brinda en la Asociación obstétrica Nacional señala: La influencia del varón se ha dejado sentir siempre, y en todas las cosas y en su infinita pequeñez la mujer ha sido llamada a crear nada y ni siquiera a mejorar aquellas cosas más íntimas de su exclusiva incumbencia, “el trabajo de su parto”. Fácilmente sugestionable, ha sufrido más intensa y largamente la influencia de las doctrinas filosóficas que las religiones han llevado a los pueblos, y su ingénita debilidad material la ha tenido alejada del movimiento y de la lucha por la vida cuyas asperezas templan y forman el carácter, y abren al espíritu horizontes nuevos. Esa vida de indiferencia y de abandono, ha obligado a la mujer a ver y a sufrir el dolor de su consexual con una estoicidad rayana en la inconciencia, y es de creer que jamás habría reaccionado a no haber llegado la oportuna intervención del varón ya directa o indirectamente. El hombre piensa, estudia y trabaja y jamás siente saciedad del saber ¿por qué la mujer se detiene? … De ninguna manera se debe admitir esto y la prueba está en que un despertar placentero se manifiesta en la vida de las mujeres en general, y las hace entrar de lleno en la evolución y el progreso. Cuando todos pensaban que a sus 36 años quedaba para vestir santos, Julieta se casó con Alberto Renshaw, un joven de origen norteamericano 14 años menor que ella. Junto con su amiga Raquel Camaña, se interesó por los derechos políticos de la mujer y por la situación de la infancia. En 1911, ambas fundaron la Liga pro Derechos de la Mujer y del Niño, que dos años después organizó el Primer Congreso del Niño en nuestro país. En 1910, al nacionalizarse argentina y en el contexto del debate sobre la reforma electoral que llevaría a la llamada Ley Sáenz Peña, la doctora Lanteri hizo una presentación judicial muy particular: reclamó que se le reconocieran plenos derechos como ciudadana, incluidos los políticos. Lo más curioso es que el fallo de primera instancia, luego refrendado por la Cámara Federal, resultó favorable. El juez E. Claros decía: Como juez tengo el deber de declarar que su derecho a la ciudadanía está consagrado por la Constitución y, en consecuencia, que la mujer goza en principio de los mismos derechos políticos que las leyes, que reglamentan su ejercicio, acuerdan a los ciudadanos varones, con las únicas restricciones que, expresamente, determinen dichas leyes, porque ningún habitante está privado de lo que ellas no prohíben. Fue así que el 16 de julio de 1911 Julieta Lanteri fue la primera mujer incorporada a un padrón electoral argentino, y en las elecciones del 26 de noviembre de ese año fue la primera sudamericana que pudo votar. Lo hizo en la mesa 1 de la segunda sección electoral de la Capital Federal, en el atrio de la iglesia de San Juan donde el presidente de mesa era nada menos que el historiador Adolfo Saldías, “quien le manifestó su satisfacción por haber firmado la boleta de la primera sufragista sudamericana”. Curiosamente, la ley 8871 sancionada en febrero de 1912, que democratizaba el sistema electoral al disponer su carácter secreto y obligatorio, imposibilitó que las mujeres recurriesen al trámite seguido por Julieta Lanteri unos meses antes. Al establecer que el padrón electoral correspondería al empadronamiento para el servicio militar, restringido a los ciudadanos varones, la ley “expresamente” establecía una “restricción”. Julieta exigió que se la incluyese en el padrón militar, pero no la aceptaron, lo que no impidió que siguiera luchando y fuera por más: ahora daría batalla para ser candidata. Presentó ante la Junta escrutadora el siguiente escrito: “siendo ciudadana argentina, por nacionalización y, en virtud de sentencia de la Corte Suprema, no figura mi nombre en el padrón electoral, no obstante las gestiones que he realizado con tal propósito. Creo, sin embargo, que ello no constituye impedimento alguno para la obtención del cargo de diputado, y ya que la Constitución Nacional emplea la designación genérica de ciudadano sin excluir a las personas de mi sexo, no exigiendo nada más que condiciones de residencia, edad y honorabilidad, dentro de las cuales me encuentro, concordando con ello la ley electoral, que no cita a la mujer en ninguna de sus excepciones”. Contra todos los pronósticos la Junta accedió al pedido aunque aclaró que esto no implicaba “pronunciamiento alguno sobre la cuestión de fondo que plantea la peticionante en el comienzo de su escrito” La Lanteri, como comenzaron a llamarla despectivamente en algunos medios gráficos, se convirtió también en la primera mujer candidata a un cargo electivo y se lanzó a la campaña con una plataforma electoral altamente progresista que incluía la licencia por maternidad y el subsidio estatal por hijo, la protección a los huérfanos, la abolición de la venta y la producción de bebidas alcohólicas, la abolición de la prostitución reglamentada, el sufragio universal para los dos sexos, igualdad civil para los hijos legítimos y los conceptuados no legítimos; horario máximo de 6 horas de trabajo para la mujer; salario igual para trabajos equivalentes para los dos sexos; jubilación y pensión para todo empleado u obrero; abolición de la pena de muerte, divorcio absoluto y representación proporcional de las minorías en los órdenes nacional, provincial y municipal . En las elecciones de diputados de 1919 en las que compitió con los candidatos de los partidos Socialista, Demócrata Progresista, Socialista Argentino, UCR, Socialismo Internacional (el embrionario Partido Comunista), Comité de la Juventud Opositora, Liga Radical de Protesta y el Centro Alfredo Palacios, Julieta obtuvo 1.730 votos sobre un total de 154.302 sufragios emitidos. Vale la pena recordar que todos sus votantes eran hombres. Julieta continuaría imparable con su lucha, incluso una vez producido el golpe de Uriburu. Hasta que la tarde del 23 de febrero de 1932 , mientras caminaba por Diagonal Norte y Suipacha, fue atropellada por un auto que se subió a la vereda marcha atrás. Al volante estaba un miembro de la Legión Cívica. La notable luchadora Murió dos días después en el Hospital Rawson, a los 59 años. |
sábado, 22 de marzo de 2014
Julieta Lanteri: La primera mujer sudamericana que pudo votar y fue candidata
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario