Es muy probable que la nueva generación de argentinos no lo conozca o tenga bastante desdibujada su personalidad, sólo evocada en nostálgicos ciclos de la televisión por cable o el Museo del Cine.
Pero viendo la importancia de José Pablo Arias,que por medio siglo despertó la sonrisa y la reflexión de millares de espectadores, como excelente actor y a la vez como un agudo observador de la realidad social y política que lo rodeó, es seguro que muchos extrañen su presencia y sus satíricos monólogos en el contexto actual Porque vale como ejemplo echar una mirada retrospectiva hacia la cartelera del teatro Sarmiento,uno de los puntales de la revista criolla en 1932,para darse cuenta de lo relevante de su figura, en un marco que no difiere mayormente al de los tiempos que corren, a juzgar por los títulos estrenados por la compañía Argentina de Grandes Revistas, dirigida por Manuel Romero:"Adelante con los impuestos"; "Mejor están en Shangai"; "Gran remate nacional"; "¿Volverán las oscuras golondrinas?" y, como cierre, "Con Pepe Arias no hay más crisis".
Seguramente las penurias del momento eran muchas y así lo reflejaban los cuadros puestos en escena, como el que mostraba a un Pepe desocupado consiguiendo un empleo de hombre-sandwich, con publicidad en sus carteles, perseguido por varias personas que querían deglutírselo en plena calle.
Pero lo que es seguro por lo menos por unas horas, que su humor catártico libraba de las pálidas cotidianas, a sus "queridos filipipones", como solía denominar a sus fieles seguidores de la platea.
Nacido frente al ex Mercado de Abasto, el 16 de enero de l900, se formó al lado de nombres fundacionales del teatro nacional, como Luis Arata y Enrique De Rosas, manejando a la perfección todos los recursos inherentes al sainete y al grotesco con un rostro extremadamente maquillado.
Conoció la gloria de obtener el Premio Municipal como mejor actor dramático por su actuación en "Ovidio",de Laurent Doillet,en el prestigioso Teatro Odeón,en 1942 y también un pasajero fracaso con "Jerónimo y su almohada", la obra de Enrique Larreta que no marchó con su estilo.
Fue pionero del cine sonoro y filmó 24 películas, incluyendo las brillantes "Kilómetro 111"(1938), de Mario Soffici y "Fantasmas en Buenos Aires"(1943), de Enrique Santos Discépolo, hasta la póstuma "La señora del intendente"(1967), de Armando Bó, donde lució desganado al lado de Isabel Sarli.
En radio triunfó con personajes hechos a su medida como Don Vistobueno Ciruela,el maestro de una escuelita radial donde surgió como discípulo en la ficción Tato Bores, posteriormente gran monoloquista político como su mentor, pero con un discurso vertiginoso, antagónico al pausado y casi cansino de Pepe.
Alejado de la televisión, a la que consideró "una hoguera espantosa que quema con la rapidez del rayo", fue astro indiscutido de las revistas del Maipo y El Nacional por largos períodos y fue prohibido entre 1952 y 1955, por la Subsecretaría de Prensa y Difusión del gobierno peronista, cuando no se lo veía con buenos ojos.
Poco tiempo después, Pepe descubrió Pinamar y fue un amor a primera vista. Allí pasó parte de sus últimos años, en paz y quietud, junto a su compañera Petra, en su casa de la calle Burriquetas.
Aunque no se hubiera imaginado que su paraíso costero se convertiría en el sitio trágico de muerte y espanto del presente, con su vasto conocimiento del tema y su particular sensibilidad, le llegó a comentar amargamente a Petra que "Se vienen tiempos muy duros y tristes en la Argentina. Suerte que yo no voy a estar vivo para presenciarlos...".
En verdad, toda una premonición.
DE SU PUÑO Y LETRA
"Desde 1920 vengo haciendo revistas y nunca tuve grande problemas. La broma política es uno de los elemento fundamentales de la revista porteña.
Los autores dan la línea del asunto y uno rellena esas líneas. La política es un juego para caballeros. El público lo entendió siempre así, en lo gobiernos de Yrigoyen, Alvear, Uriburu, Justo, Ortiz y Castillo.
Salvo un período donde las sátiras desaparecieron de los escenarios revisteriles, no pasó nada. Aquellos gobernantes y dirigentes políticos sabían reír. Sabían que el humor convertía a la política en un juego y lo despojaban de la solemnidad y de la seriedad, que siempre son peligrosas Porque la política es juego de caballeros, y quienes no son caballeros no pueden actuar en política".(1956)
"El monólogo tiene una clave: es una especie de reportaje político; yo leo los titulares de los diarios y cuento las noticias en el escenario agregándole un comentario jocoso. Pero siempre hay que actualizar la información: un chiste político del jueves no hace reír el viernes".(1963)
miércoles, 25 de febrero de 2015
Hace 110 años nacía Luis Sandrini
El nombre completo de Luis Sandrini era Luis Santiago Sandrini Lagomarsino. Había nacido en Buenos Aires el 22 de febrero de 1905. Era hijo de un actor teatral que había decidido radicarse en San Pedro, provincia de Buenos Aires. Se recibe de maestro, aunque nunca llegará a ejercer. A los 18 años vuelve a la Capital y se integra al staff de Circo Rinaldi, donde fue comparsa, payaso y tony. El salto de la arena al teatro era inevitable, pasando a revistar en la compañía de Enrique Muiño y Elías Alippi, donde en 1933 compone al Eusebio de "Los tres berretines", que habría de consagrarlo. el mismo año hizo "El hijo de papá". Comenzó -como muchos actores nacionales- en el circo criollo, participando en obras gauchescas. Más tarde lo hizo en teatros. En 1933 participó en la primera película hablada, estrenada y hecha en el país: "Tango" (de Moglia Barth), junto a Juan D' Arienzo, Juan de Dios Filiberto, Pepe Arias, Alberto Gómez, Libertad Lamarque y Tita Merello. El personaje que compone en esa cinta es el paradigma que -con algunos toques más o menos finos-, realizó a lo largo de su vida.
Ese tipo, un muchacho buenote, falto de malicia aunque no de picardía para hacer valer las buenas causas, se llamaba -con las variaciones del caso- Felipe. "Todos mis personajes se me parecen porque fuí y soy como ellos y, sobre todo, porque mi público era y es así", dijo alguna vez. El día en que anunció que archivaba para siempre el personaje de Felipe explicó que lo hacía porque en el mundo se había dejado de apreciar "el gran valor de las pequeñas cosas". En 1934 interviene en "Riachuelo", un año después "La muchachada de a bordo" (con Tito Lusiardo y Benita Puertolas). En 1936 filma "Loco lindo" con Sofía Bozán, "Don Quijote del altillo" con Nury Montsé y "El cañonero de Giles", con Luisa Vehil. Después de "La casa de Quirós" (1937), de Moglia Barth, Sandrini -que se había casado con la actriz Chela Cordero- no se olvida de uno de sus maestros y produce "Callejón sin salida" en el mismo año, film que marca el debut de Elías Alippi en la realización cinematográfica. De allí en más no paró de actuar, trabajando con todos los actores y directores de renombre de la época. Un hito singular en su carrera fue "Chingolo" (1940), primer obra de importancia en la filmografía de Lucas Demare -quien marcó una primera etapa fundamental- en la evolución de Cachuso-Sandrini-Berretín. En 1946 vive un fogoso amor con Tita Merello que duró diez años, incursionaron en el cine mexicano y vivieron dos años en ese país. En 1948 regresan y protagonizan juntos "Don Juan Tenorio" y "Juan Globo", ambas de 1948. En la década del '50 trabaja junto a Malvina Pastorino, quien será la última mujer de Sandrini, actúan en la obra de teatro "Cuando los duendes cazan perdices" y en la película "Payaso". En 1962 integró el elenco multiestelar de "La cigarra no es un bicho", de Daniel Tinayre,
encarnando el personaje de "Serafín". En la década del '70 empezó una saga de films, empezando por "El profesor hippie" (1969), "El profesor patagónico" y "El profesor tirabombas". Luego vendrán los clásicos de Enrique Carrera como "Los chicos crecen" (1974) y "Así es la vida" (1976). Filmó casi ochenta películas. Sus últimas películas fueron dirigidas por Ramón "Palito" Ortega: "El diablo metió la cola", con Niní Marshall y "La familia está de fiesta". Cuando concluye la filmación de "Que linda es mi familia", empieza una agonía de 16 días que acaba con su vida. Sus films obtuvieron reconocimiento internacional, especialmente en España y las comunidades de habla hispana en EE.UU. En sus últimos años de vida, Sandrini se dedicó a la carpintería y a su familia.
Ese tipo, un muchacho buenote, falto de malicia aunque no de picardía para hacer valer las buenas causas, se llamaba -con las variaciones del caso- Felipe. "Todos mis personajes se me parecen porque fuí y soy como ellos y, sobre todo, porque mi público era y es así", dijo alguna vez. El día en que anunció que archivaba para siempre el personaje de Felipe explicó que lo hacía porque en el mundo se había dejado de apreciar "el gran valor de las pequeñas cosas". En 1934 interviene en "Riachuelo", un año después "La muchachada de a bordo" (con Tito Lusiardo y Benita Puertolas). En 1936 filma "Loco lindo" con Sofía Bozán, "Don Quijote del altillo" con Nury Montsé y "El cañonero de Giles", con Luisa Vehil. Después de "La casa de Quirós" (1937), de Moglia Barth, Sandrini -que se había casado con la actriz Chela Cordero- no se olvida de uno de sus maestros y produce "Callejón sin salida" en el mismo año, film que marca el debut de Elías Alippi en la realización cinematográfica. De allí en más no paró de actuar, trabajando con todos los actores y directores de renombre de la época. Un hito singular en su carrera fue "Chingolo" (1940), primer obra de importancia en la filmografía de Lucas Demare -quien marcó una primera etapa fundamental- en la evolución de Cachuso-Sandrini-Berretín. En 1946 vive un fogoso amor con Tita Merello que duró diez años, incursionaron en el cine mexicano y vivieron dos años en ese país. En 1948 regresan y protagonizan juntos "Don Juan Tenorio" y "Juan Globo", ambas de 1948. En la década del '50 trabaja junto a Malvina Pastorino, quien será la última mujer de Sandrini, actúan en la obra de teatro "Cuando los duendes cazan perdices" y en la película "Payaso". En 1962 integró el elenco multiestelar de "La cigarra no es un bicho", de Daniel Tinayre,
encarnando el personaje de "Serafín". En la década del '70 empezó una saga de films, empezando por "El profesor hippie" (1969), "El profesor patagónico" y "El profesor tirabombas". Luego vendrán los clásicos de Enrique Carrera como "Los chicos crecen" (1974) y "Así es la vida" (1976). Filmó casi ochenta películas. Sus últimas películas fueron dirigidas por Ramón "Palito" Ortega: "El diablo metió la cola", con Niní Marshall y "La familia está de fiesta". Cuando concluye la filmación de "Que linda es mi familia", empieza una agonía de 16 días que acaba con su vida. Sus films obtuvieron reconocimiento internacional, especialmente en España y las comunidades de habla hispana en EE.UU. En sus últimos años de vida, Sandrini se dedicó a la carpintería y a su familia.
miércoles, 11 de febrero de 2015
Segundo Festival Nacional de Tango De Monte Hermoso
Del 20 al 22 de febrero Monte Hermoso será sede del Segundo Festival Nacional de Tango
El 20 de febrero a las 18 horas dará inicio con las palabras del Director del Festival, José Valle y autoridades municipales, a demás de la entrega de distinción del Centro de Estudios y Difusión de la Cultura Popular Argentina “in memoriam” al difusor montehermoseño, Juan Carlos Schimizzi, por su labor de apoyo y permanente difusión de la música ciudadana y al Intendente Municipal Marcos Fernández por su apoyo a la cultura nacional y popular. Seguidamente, Carlos Benítez ofrecerá la charla audiovisual “Gardel y las Mujeres”.
Las actividades continuarán en Peatonal Dufaur y Costanera y alrededor de las 19 horas, además se inaugurará el monumento a “Carlos Gardel” en el año del 80 aniversario del adiós del zorzal criollo. Seguidamente, se desarrollará una demostración y conceptos básicos de tallado en madera, ofrecida por el reconocido escultor Celso Biondo, autor de los monumentos tangueros a Carlos Di Sarli (ciudad de Bahía Blanca) y Aníbal Troilo (ciudad de Pigué), escultura que se sorteará entre el público presente. Y, para finalizar el primer día de actividades, se presentará una clínica de baile a cargo de Natalia y Gustavo y el show musical y Milonga Callejera con el trío de Juan Carlos Polizzi y los “Amigos del Tango de Monte Hermoso” para disfrutar la pista de baile.
El sábado 21, desde las 20 horas, las actividades se trasladarán al Centro Cultural Monte Hermoso, donde se presentará un show musical a cargo de los cantantes Julio Ciccola y Cristina Marinissen y el cierre estará a cargo del “Sexteto Mayor” con entradas en venta en la boletería del Centro Cultural a $200.
Finalmente, el domingo 22 a las 21.30 horas, nuevamente en el Centro Cultural Monte Hermoso pero ésta vez con entrada libre y gratuita, será el turno del Show musical de Muñecas Bravas(Gaby "la voz sensual del tango",Paula Barrio y Florencia Albanesi), junto al pianista Víctor Volpe, un trío que revoluciona el género del 2x4 con humor, belleza y magníficas interpretaciones de tres damas con verdadera personalidad sobre el escenario.
Este trío tiene ya más de dos años de trabajo conjunto presentándose en los principales escenarios tangueros del país, incluyendo grandes fiestas populares como el Festival Internacional de Tango de Justo Daract, la Fiesta de la Soberanía Patagónica, el Festival de Tango Carlos Di Sarli de Bahía Blanca, entre otros.
Las actividades continuarán en Peatonal Dufaur y Costanera y alrededor de las 19 horas, además se inaugurará el monumento a “Carlos Gardel” en el año del 80 aniversario del adiós del zorzal criollo. Seguidamente, se desarrollará una demostración y conceptos básicos de tallado en madera, ofrecida por el reconocido escultor Celso Biondo, autor de los monumentos tangueros a Carlos Di Sarli (ciudad de Bahía Blanca) y Aníbal Troilo (ciudad de Pigué), escultura que se sorteará entre el público presente. Y, para finalizar el primer día de actividades, se presentará una clínica de baile a cargo de Natalia y Gustavo y el show musical y Milonga Callejera con el trío de Juan Carlos Polizzi y los “Amigos del Tango de Monte Hermoso” para disfrutar la pista de baile.
El sábado 21, desde las 20 horas, las actividades se trasladarán al Centro Cultural Monte Hermoso, donde se presentará un show musical a cargo de los cantantes Julio Ciccola y Cristina Marinissen y el cierre estará a cargo del “Sexteto Mayor” con entradas en venta en la boletería del Centro Cultural a $200.
Finalmente, el domingo 22 a las 21.30 horas, nuevamente en el Centro Cultural Monte Hermoso pero ésta vez con entrada libre y gratuita, será el turno del Show musical de Muñecas Bravas(Gaby "la voz sensual del tango",Paula Barrio y Florencia Albanesi), junto al pianista Víctor Volpe, un trío que revoluciona el género del 2x4 con humor, belleza y magníficas interpretaciones de tres damas con verdadera personalidad sobre el escenario.
Este trío tiene ya más de dos años de trabajo conjunto presentándose en los principales escenarios tangueros del país, incluyendo grandes fiestas populares como el Festival Internacional de Tango de Justo Daract, la Fiesta de la Soberanía Patagónica, el Festival de Tango Carlos Di Sarli de Bahía Blanca, entre otros.
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Julio Cortázar, el del jazz
Mientras Borges echaba una mirada retrospectiva para salvar del olvido (en pleno auge del modernismo) al cuchillero de extramuros con el que construyó toda una mitología poética y ensayística plasmada, por ejemplo, en "Para la seis cuerdas" y en "Evaristo Carriego", Cortázar trasladaba su origen barrial, su asimilación europea, su cultura formal de clase media, y su mundo alternativo entre París y Plaza Once a lo largo de sus cuentos y novelas, mientras husmeaba en el mundo del jazz.
En sus obras, Cortázar desordenaba el arte en favor de la vida, al cuestionar el lenguaje establecido.Precisamente, en "Rayuela" -uno de los modelos de revolución de las palabras, de rebelión verbal heredada de la experiencia surrealista anterior a los años 60- muestra Cortázar sus afinidades con la música afronorteamericana, mezcladas de remembranzas autobiográficas.
Su amor por el jazz, por su capacidad proteica, se hace evidente en cuentos, artículos y páginas recordables de "La vuelta al día en ochenta mundos". Y sobre todo en "El perseguidor", como veremos.
Borges era sordo para la música. Lo afirmaron -eufemísticos o no- músicos eminentes, como Piazzolla. En todo caso, su música (la de Borges) anidaba en las palabras -en los juegos de palabras-, en sus sonidos, en su ritmo y sus cadencias.
Cortázar, en cambio, según contó su hermana, tocaba el clarinete. Y desde muy niño había practicado en el piano. "Los negros de allá, de Norte América, le gustaban. Los tangos, esas cosas nuestras, no." Al final, la nostalgia de Buenos Aires, en Europa, lo volvió al tango.
Por un lado habían estado la mamá y la tía de la infancia, que tocaban a cuatro manos en el piano Blüthner. Por otro, esa casa (la de él) "que había visto nacer el disco", donde él y otros fanáticos transitaban por las notas de Armstrong, que alternaban con sopranos, tenores y barítonos italianos, y ese nefasto Minué de Paderewsky, que era la música clásica en muchos hogares de clase media.
Su curiosidad por la música lo había topado, de joven, con "su primer amor", Claudia Muzzio, desde que su abuela lo llevó al Colón a la ópera Norma . Muchos, incluso, recordarán esa famosa foto de Cortázar tocando la trompeta, y aquella confesión: "Sí, en verdad toco la trompeta, pero sólo como desahogo. Soy pésimo".
En "El argentino que se hizo querer de todos", García Márquez refiere un viaje en tren, de París a Praga, junto con Carlos Fuentes y Cortázar, donde una pasajera pregunta a Cortázar sobre la introducción del piano en la orquesta de jazz, lo que le permitió a Julio desarrollar por horas una lección histórica y estética de increíble versación, rematada con una apología homérica de Thelonious Monk.
Pero el Cortázar músico, quizás el más minucioso -el jazzman-, está plasmado en "El perseguidor", que es como una pequeña "Rayuela", por las similitudes de sus personajes Johnny y Oliveira. "El perseguidor", dedicado In memoriam de Ch. P. (Charlie Parker), retrata a un Johnny Carter (donde se reúnen nombre y apellido de dos saxos memorables: Johnny Hodges y Benny Carter), que hereda aficiones de Parker: alcohol, drogas, escándalos, amoríos... Johnny es un músico arbitrario y genial, que descoloca con gestos y desplantes de intuitivo a Bruno (es decir, Cortázar), un crítico racional que está escribiendo un libro sobre Johnny.
"Todo crítico, ay, es el triste final de algo que empezó como sabor, como delicia de morder y mascar", piensa Bruno, quien, entre el perfil humano y el jazz, descubre que "uno es una pobre porquería al lado de un tipo como Johnny Carter". Bruno, que ha escrito un libro que es -lo reconoce Johnny- "como lo que toca Satchmo, tan limpio, tan puro". .
martes, 3 de febrero de 2015
Luis Bates, entre el tango y la pluma
Dicen que le disgustaba que le dieran vuelta el nombre, porque no quería que lo confundieran con Borges.
Quienes todavía lo recuerdan, aseguran que tenía muy buen humor y era inteligente para hacer bromas. Inclusive, hay quienes afirman que fue el responsable de escribir una de las historias más completas del tango argentino. Lo que hizo que hoy su nombre aparezca en las efemérides tangueras. Se trata de Luis Jorge Bates, escritor y periodista sanjuanino
No es fácil reconstruir la historia de Bates. Sobre todo porque la mayoría de sus contemporáneos también fallecieron. Sin embargo, el legado literario que dejó fue impresionante. Una pasión especialmente para los amantes del tango. "No lo conocí personalmente, pero si te gusta el tango, no se puede dejar pasar su nombre", dijo Amín Raed, quien contó además que de muy joven, Bates se fue a Buenos Aires junto a su primo Héctor a estudiar medicina. "Cuando llegaron allá, el 2x4 los enganchó. Terminaron haciendo una audición de tango en una radio porteña".
Además de escribir "La Historia del Tango: sus autores", también compuso numerosos valses. Uno de los más famosos se llamó "Nelly". Años más tarde, tuvo una hija que lleva ese nombre.
"Tenía tan buen humor. Uno no podía estar serio con él. Pero los chistes que hacía eran sumamente inteligentes. Era rapidísimo", contó Arnaldo Varas, un periodista que trabajó con Bates en el diario Tribuna.
Desde 1958 y hasta su muerte, Bates escribió en DIARIO DE CUYO una columna que llamó "Musaraña". Allí escribió más de 12.000 artículos que relataban situaciones cotidianas de la vida de los sanjuaninos. Entonces usaba el seudónimo "Calderón de la Piragua". Hoy, en el Jardín de los Poetas, hay un busto con su imagen y una escuela lleva su nombre.
No es fácil reconstruir la historia de Bates. Sobre todo porque la mayoría de sus contemporáneos también fallecieron. Sin embargo, el legado literario que dejó fue impresionante. Una pasión especialmente para los amantes del tango. "No lo conocí personalmente, pero si te gusta el tango, no se puede dejar pasar su nombre", dijo Amín Raed, quien contó además que de muy joven, Bates se fue a Buenos Aires junto a su primo Héctor a estudiar medicina. "Cuando llegaron allá, el 2x4 los enganchó. Terminaron haciendo una audición de tango en una radio porteña".
Además de escribir "La Historia del Tango: sus autores", también compuso numerosos valses. Uno de los más famosos se llamó "Nelly". Años más tarde, tuvo una hija que lleva ese nombre.
"Tenía tan buen humor. Uno no podía estar serio con él. Pero los chistes que hacía eran sumamente inteligentes. Era rapidísimo", contó Arnaldo Varas, un periodista que trabajó con Bates en el diario Tribuna.
Desde 1958 y hasta su muerte, Bates escribió en DIARIO DE CUYO una columna que llamó "Musaraña". Allí escribió más de 12.000 artículos que relataban situaciones cotidianas de la vida de los sanjuaninos. Entonces usaba el seudónimo "Calderón de la Piragua". Hoy, en el Jardín de los Poetas, hay un busto con su imagen y una escuela lleva su nombre.
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