miércoles, 18 de julio de 2018

El Progreso, un café con sabor a nostalgia

El salón de "El Progreso" en pleno barrio de Barracas. En Montes de Oca esquina California encontramos un noble edificio de planta baja y un piso alto, construido en 1911, por los prestigiosos arquitectos Emilio Hugue y Vicente Colmegna, autores también de la sucursal Barracas del Banco de la Nación, en Montes de Oca 1699 y de la Casa Moussion en Callao y Sarmiento, entre muchas obras más. En la planta baja del edificio en cuestión, por Montes de Oca 1700, se accede al café El Progreso, uno de los tradicionales del barrio de Barracas.En California, pese a sus 38 años de inactividad, todavía brillan las vías del tranvía; por ella corrían el 74 que desde el Correo Central iba para Gerli, y el 10 que habiendo partido en Plaza Italia buscabasu destino en Sarandí.
Un toldo metálico rebatible protege del exceso de luz. Su espacio es generoso, las mesas están dispuestas cómodamente. La boiserie, y la mampara de madera que da intimidad al salón familiar, con sus tres pequeños pilares, coronados con plantas, que separan rítmicamente sus cuatro vidrios martelinados, con ornamentos art-decó esmerilados, son dos de las características más destacadas del café. Dos columnas en medio del salón y los caños de los ventiladores de techo, son los elementos verticales en la geométrica composición. La barra; mostrador de madera, que incluye una heladeraque muestra la variedad de fiambres de la casa, tiene su grifo con forma de cisne. Sobre la pared, detrás del mostrador, botellas de Tres Plumas, Terry, Boussacq, Rhum Negrita, Hesperidina, anís 8 Hermanos, whisky Criadores y ginebra Bols se alinean delante del espejo, en estantes de vidrio o de madera. Más arriba, una guarda decorativa, con espejos en forma de rombo, completa el sector. Un letrero invita a pedir los tostados mixtos.
Un trabajador que terminó su jornada, y que está impecablemente peinado, devora las medialunas que acompañan al submarino.Las altas ventanas de madera, del tipo guillotina, tienen dos barrales a diferentes alturas, para que las cortinas se desplacen mejor.Con la elegancia que los caracteriza, un gato camina entre las patas de las mesas, mientras el sol de las seis y media de la tarde salpica al salón, y se escucha el ruido de las tacitas al ser acomodadas sobre la máquina de café.
La señora María Licinia Tomás de Moreno, su propietaria, llegó hace cuarenta años, cuando tenía 26, con su marido Aureliano Moreno, y su pequeño hijo. Venían de España, de Asturias, de Villaviciosa exactamente, entre el mar Cantábrico y la Cordillera de Sueve. Aureliano y María se hicieron cargo del bar "El Progreso", que ya funcionaba con ese nombre desde muchos años antes. Trabajaron intensamente, sin francos ni vacaciones, solamente cerraban el 1 de mayo y el 17 de agosto. Aureliano falleció hace algunos años.
Aquí se filmaron publicidades, escenas de algunas películas, y de tanto en tanto los estudiantes de cine realizan algunas tomas.
El dibujo de una bailaora sobresale en la pared del salón de familias. Un artículo, publicado en La Nación, de Omar Goncebat, que María recomienda leer, dice: "La terapia de la lentitud. Una tendencia de fin de siglo, recuperar la sencillez y eliminar las prisas, trabajando,ganando y consumiendo menos, puede repercutir positivamente y mejorar la calidad de la existencia". Toda una filosofía de vida.
Barracas, el barrio de Dionisia Miranda, la rubia pulpera de Santa Lucía, además de El Progreso, tuvo muchos cafés, como el famoso T.V.O. de Montes de Oca, frecuentado por los músicos y vecinos Eduardo Arolas y Agustín Bardi; el café El León, de Montes de Oca y Australia, donde tocó el bandoneón un músico conocido por "El Quija", del que Enrique Cadícamo dice en un poema: "En el año doce, tocó en El León./ Un café famoso que había en Montes de Oca/ casi esquina Australia. Y su bandoneón / a muchos incrédulos tapó la boca"; La Luna, en Montes de Oca y Uspallata: La Banderita, en Suárez y Montes de Oca; La Flor de Barracas, en Arcamendia y Suárez; El Sultán, de Iriarte y Montes de Oca, y La Armonía de Iriarte y Herrera, son sólo algunos de ellos.¡Barracas! Así se la conoce a esta zona de la ciudad desde el siglo XVII, cuando comenzaron a instalarse en el lugar construcciones precarias, barracas, para almacenar cueros y otros productos queentraban o salían de la ciudad por el Riachuelo. Así a diferencia de otros barrios, el nombre de Barracas, surge de una apropiación entre simbólica y práctica del lugar en sí.Escuchamos a Gregorio Traub, vecino y fiel barraquense, el café El Progreso, es el lugar natural para continuar hablando sobre las historias y las leyendas de este romántico y bello barrio.

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