“El arte de nuestros enemigos es
desmoralizar, entristecer a los pueblos. Los pueblos deprimidos no vencen. Por
eso venimos a combatir por el país alegremente. Que no nos roben la alegría,
nada grande se puede hacer con la tristeza."
Hoy se conmemora, por Ley de la
Nación, el Día del Pensamiento Nacional, en homenaje a don Arturo Jauretche,
que nació el 13 de Noviembre de 1901, en Lincoln, provincia de Buenos Aires.
Uno de los exponentes más altos del pensamiento y la acción política de lo
nacional.
Don Arturo fue un verdadero
militante de la causa nacional y popular. A su modo, desde la trinchera del
pensamiento, de la polémica, militó para derribar las murallas invisibles de la
tilinguería, esas que habían levantado entre amplios sectores sociales, décadas
de una cultura y educación extranjerizante. Tenía altos ideales, pero sabía que
la mejor manera de defenderlos era estudiar y prepararse para la batalla
ideológica.
Publicó dieciséis libros,
subproductos de su insobornable militancia con compilaciones de artículos y
discusiones orales, de los cuales pueden contarse unos veinte.
Hábil polemista, gran maestro del
panfleto, enseñó a “pensar en nacional”, dado que “lo nacional es lo universal
visto por nosotros”, decía.
Su obra tuvo gran influencia en
la nacionalización de los sectores medios, principalmente estudiantiles, en los
`60 y `70, sobre todo con “Los profetas del odio”, “El medio pelo en la
sociedad argentina” y el “Manual de zonceras argentinas”.
Su obra indaga, como pocos lo han
conseguido hacer, el alma nacional como un verdadero baqueano que se ha metido
en la geografía del argentino y ha sabido descubrir sus grandezas y sus
miserias, sin hipocresías, para darles a ellas el lugar correspondiente,
construyendo un verdadero mapa de nuestro ser nacional.
Corresponde entonces evocarlo a
Jauretche en este día del pensamiento nacional, del que fuera su más elocuente
paradigma. Por eso, cantemos con la banda de Los Piojos: “Yo le pido a San
Jauretche que venga la buena leche”.
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