jueves, 20 de junio de 2013

El libro "Perón y Aerolíneas Argentinas"

El libro "Perón y Aerolíneas Argentinas", del periodista Diego Dominelli, plantea un abordaje distinto sobre el regreso de Perón a la Argentina -el 20 de junio de 1973- a través de la voz de la tripulación de ese histórico vuelo que fue testigo de los hechos ocurridos ese día.
El 20 de junio de 1973 "el peronismo se partió en dos sectores irreconciliables y su líder, Juan Domingo Perón, ya no pudo articular lo astillado, recomponer lo fracturado, encender lo muerto", escribe el politólogo y escritor Hernán Brienza en el prólogo del libro, recién publicado por Continente.

"La situación política de enfrentamientos internos dentro del peronismo fue el marco general de la masacre organizada por la derecha más dura del movimiento. Y los festejos comenzaron a empañarse por las balaceras y las corridas", describe Brienza lo ocurrido ese día cuando el avión tuvo que dirigirse finalmente a Morón y no bajó en Ezeiza como estaba previsto.

El politólogo rescata la originalidad del trabajo de Dominelli al hacer hablar a los laburantes, algo que no había sucedido antes: "Se trata de reconstruir el viaje en la mirada de los trabajadores, muchos de ellos militantes peronistas -pero también verdaderos militantes de Aerolíneas Argentinas, la empresa de bandera que ahora vuelve a enorgullecer a los argentinos de bien".

Estas historias personales, analiza Brienza, "están atravesadas como no podía ser de otra manera, por el pasado de empresa estatal creada en 1950 por un decreto presidencial de Perón".

En este contexto, se inscriben unas palabras iniciales escritas por el presidente de la aerolínea de bandera, Mariano Recalde, quien destaca la verdadera razón de ser de Aerolíneas y revaloriza  "el papel de los trabajadores como protagonistas y de Perón, en su última presidencia, por algunas decisiones que garantizarían el crecimiento de la empresa en los años 70".

El libro surgió de una forma inesperada, cuenta Dominelli, cuando el secretario general del gremio UPSA (Unión Personal Superior y Profesional de Empresas Aerocomerciales) le mostró un pergamino con la firma manuscrita de todos los que viajaron en el Boeing 707 desde Madrid a Buenos Aires. 

"Allí decidí averiguar qué fue lo que se vivió ese día a bordo del avión presidencial", dice el autor. El primer encuentro lo tiene con Atilio José Macchiaroli, quien estuvo a cargo de la seguridad del vuelo del General, dado que su cargo en 1973 era el de inspector de la aérea.

"La tarea de selección y elección de los tripulantes, pilotos, técnicos de vuelo, navegadores y personal de cabina -comisarios de a bordo y azafatas- requería de una atención especial y de conjugar no solamente el profesionalismo y las capacidades de cada uno de los integrantes, sino también el factor ideológico", explica el periodista.

¿Usted no escuchó nada? le pregunta Dominelli al comandante Fernando Cebral: "No, no el radio operador y Altamiranda, el técnico de vuelo, hablaban con el presidente y tenían los auriculares puestos escuchando no sé qué cosa, yo iba atento a otras cosas del vuelo sentado en la posición del copiloto, el comandante Konnan Doyle iba a mi izquierda a cargo del pilotaje".

"El puesto de copiloto me daba más movilidad, entonces giro mi cabeza y el cuerpo hacia la izquierda, miro y lo tenía ahí a Cámpora. Me mira y me dice: `Se enteró de lo que pasa´. `No, no´, le digo y continúa: `Vea lo que pasa" y me da otros auriculares para que pueda escuchar...´, relata.

A todo esto, "en la base aérea militar de Morón se encontraba un grupo reducido de trabajadores de Aerolíneas entre los cuales estaba el Tano José Pizzi, quien entonces era supervisor de cargas en la base de Ezeiza enviado a Morón como uno de los responsables del operativo para recibir el avión en caso de que se decidiera utilizar la base como alternativa", cuenta Dominelli.

"A eso de las 16 se recibe una comunicación que detalla que el avión presidencial estaba sobrevolando Ezeiza, pero que no se sabía si iba a aterrizar ahí por los grandes disturbios que había, y en Morón éramos muy pocos (...) yo en ese momento tenía 22 o 23 años", evoca Pizzi.

Mientras en Ezeiza, Elio Luciano Bottos, despachante de operaciones escucha a dos oficiales de la policía federal que estaba ahí, que dicen "vámonos de acá porque en este momento no hay mando en el país, no lo maneja nadie, que se maten solos".

Teobaldo Altamiranda recuerda que escuchó lo que hablaban el presidente en ejercicio Vicente Solano Lima y el presidente Cámpora. "Dice Solano Lima: `Pida, por favor, al comandante que se dirijan a Morón` (...) y Cámpora le dice: `¡No! Solano Lima, nosotros vamos a Ezeiza`".

"A lo que Solano Lima le responde:’ No, en Ezeiza no se puede porque es tanta, tanta la gente que hay que invadieron la pista de aterrizaje y no hay forma de sacarlos, porque está llena de gente y, si aterriza el avión ahí, va a matar a medio mundo".

Luego de reiterar su negativa Solano Lima le dice "Mire, Cámpora, en cumplimiento del mandato que tengo como presidente en ejercicio, le ordeno que le diga al comandante ¡que se dirija a Morón!`".

Y el testimonio de Altamiranda continúa: "Cámpora tiró los auriculares, no contestó; sale de la cabina y lo caga a pedos a Carlos Cámpora, su hijo, gritándole: `te pasate, vos, organizando a la juventud! Creyendo lo que le había dicho Solano Lima que la pista estaba invadida por manifestantes´, pero sin tener idea de la masacre que ocurría en Ezeiza.

Un técnico de vuelo le dice que había tres Mirages de combate volando y Cebral, encargado del aterrizaje, desgrana el nerviosismo de los últimos minutos: "Me tiro en picada sobre Vicente López a 100 metros de altura, por ahí no me podía agarrar nadie, además nadie iba a buscar a 100 metros, iban a buscar a 1000 metros o 500 metros, doy toda la vuelta y aterrizo en Morón".

Cuando se abre la puerta del avión baja el General Perón con Isabel de la escalerilla y aterrizan tres aviones de la Fuerza Aérea para escoltar, "era todo tan secreto que nadie sabía nada".

Altamiranda rememora que recién al llegar a Morón se enteran de lo que pasaba en Ezeiza: "Yo ahí tenía a mis dos hijos -mi hija y mi hijo, el que está desaparecido-, así que imaginate que toda esa alegría, toda esa ilusión, se fue al demonio".

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