En Los caminos de la lectura. Las bibliotecas del Libertador, el presidente de la Academia Argentina de Letras, Pedro Luis Barcia, aborda la figura del general José de San Martín como un gran lector que atesoró una caudalosa biblioteca personal y la trasladó consigo en todos los desplazamientos de su campaña independentista
El libro, publicado por la fundación Autopistas del Sol y con la colaboración de María Adela Di Bucchianico, licenciada en Bibliotecología y Documentación, compone, con ilustraciones y bocetos, una suerte de catálogo de la biblioteca personal de San Martín, reproduciendo muchas de las portadas de los libros que lo acompañaron en sus arriesgadas travesías libertadoras.
"El estudio de las bibliotecas que armó San Martín a lo largo de su vida nos revela los caminos que anduvo en esos libros y por esos libros", dice Barcia en la introducción de la obra.
Y explica: "hemos ordenado, por vez primera, ese caudaloso conjunto de libros por ámbitos de disciplinas y campos del saber, y hemos estudiado cuanto dijo y escribió San Martín sobre libros y lecturas".
Barcia es doctor en Letras por la Universidad Nacional de la Plata; investigador principal del CONICET; presidente de la Academia Argentina de Letras y de la Academia Nacional de Educación; miembro correspondiente americano de la Real Academia Española, de la Academia Nacional de Letras del Uruguay; doctor Honoris Causa por las universidades Ricardo Palma, Lima, Perú; Nacional de Tucumán, de Salta; de Concepción del Uruguay y profesor emérito de la Universidad Austral.
María Adela Di Bucchianico es licenciada en Bibliotecología y Documentación y especialista en Tecnología de la Información. Escribió, junto a Barcia, el libro La Biblioteca Popular de Buenos Aires (1878-1883): Estudio e índices (2012).
Según Barcia, "San Martín constituye un caso impar de un militar que arrastra consigo una larga decena de cajones y petacas con libros, a través de todos sus caminos y rutas: cruza el Atlántico de España a Buenos Aires; atraviesa con ellos la latitud ilímite de La Pampa; los traspone por la Cordillera, navega con ellos por el Pacífico hacia las costas peruanas".
"Es un gesto impar -continúa el catedrático-, como si en esos libros residiera la reserva de energía para su acción: eran su mejor parque de armas, al ser la ilustración para todos sus caminos".
Más adelante, Barcia afirma que "San Martín fue lector gustoso. Ahí están para testimoniarlo los inventarios de sus bibliotecas o «librerías» —como se decía en el siglo XIX, para referirse a las colecciones de libros para uso personal— y la preocupación por no abandonarlas en sus desplazamientos, arrastrándolas en sus petacas de un lado al otro del Atlántico y por el continente americano".
"Por supuesto —explica— que no podemos inducir la latitud y profundidad de sus lecturas por la relación de las obras contenidas en su librería. Pero consta, sobradamente, que era un lector habitual. El mismo nos ha dejado testimonio de su vocación de tal: «existen en Mendoza, entre otras preciosidades de este jaez, las destinadas a la lectura de las largas noches de invierno que me esperan en mi vejez»".
Junto a las ilustraciones del Libertador en diferentes momentos de su intensa vida que se aprecian en el libro, se destacan citas que dan cuenta de su pasión por los libros.
Una de esas citas abre el volumen: "La ilustración y fomento de las letras, es la llave maestra que abre las puertas de la abundancia y hace felices a los pueblos; ese que ha sido la cuna de las ciencias ha sufrido el ominoso destino que le decretaron los tiranos para tener en cadenas los brillantes ingenios de ese país; yo deseo que todos se ilustren en los sagrados libros que forman la esencia de los hombres libres".
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