Muñecas Bravas |
Será en el marco de la Fiesta de
la Soberanía Patagónicaque este año se desarrollará del 1 al 10 de marzo en
la ciudad del sur bonaerense.
Los Alonsitos y Abel Pintos serán los números
artísticos de renombre que animarán el festival, que en esta edición sumará un
espectáculo de tango de máxima jerarquía y actualidad: MUÑECAS BRAVAS. Este
grupo de bellas damas es el boom del Tango joven que reúne al mejor trío
femenino de la trova tanguera. Las talentosas protagonistas son: Gaby "la
voz sensual del Tango", Geraldine Trenza Cobre y Patricia Malanca, tres
jóvenes que no sólo demuestran bravura en escena sino que, además, saben
plantarse en múltiples actividades paralelas con gran éxito.
El intendente de Patagones, Jabier
Garcés, confirmó las figuras de renombre durante el acto de presentación de la
fiesta maragata. Además de los ya mencionados actuarán los grupos folklóricos
Canto 4 y Los Huayras. Este año, como condimento especial, la fiesta será
animada en dos de sus noches por la presentadora del festival de Cosquín, Maia
Sasovsky.
Entre el 1 de marzo y el 6 se llevarán a
cabo las noches temáticas, desde las 20.30, con presentaciones artísticas en el
escenario alternativo, ubicado al pie del Pasaje San José de Mayo y el 7 de
marzo comienzan los espectáculos centrales con la presentación de Abel
Pintos en el escenario Zacarías Herrero, frente a la parroquia.
En la noche del 8 de marzo será el turno
de Los Alonsitos, mientras que el 9 hará su participación Canto
4. El cierre de los eventos musicales será el 10 con la actuación de
“Muñecas Bravas” y Los Huayras.
Durante las últimas cuatro noches, habrá
artistas locales y de ballet folklórico sobre el escenario principal. Vale
destacar que el día 9 a las 16 se hará el tradicional desfile criollo, cívico y
militar. Además, el 10, será el turno de la jineteada a cargo de la escuela
Doña Cata Villarino en el predio de la Rural.
“Es un nuevo desafío que nos encuentra
trabajando en conjunto”, manifestó Garcés, al mismo tiempo que agradeció el
acompañamiento del estado provincial y nacional para la organización del
evento, como así también a los emprendedores privados.
Por último, remarcó que ésta “es una
nueva edición cargada de muchas atracciones, donde se refuerza la tradición del
hecho histórico, tratando de convocar a la mayor cantidad de gente posible”.
Ya se encuentran a la venta las sillas
para presenciar los diferentes espectáculos y a su vez quienes estén
interesados en la venta de productos durante la fiesta deberán dirigirse a la
Municipalidad o comunicarse a la oficina de coordinación de la fiesta TE
463514.
Fiesta de la Soberanía Patagónica... una
gesta para recordar
La Fiesta de la Soberanía Patagónica, es
el evento artístico y cultural más importante de la región. Evoca año tras año
el aniversario de la heroica gesta del 7 de Marzo de 1827 cuando con valor el pueblo
maragato arremetió el imperio brasileño en defensa de la soberanía nacional en
estos territorios australes.
Este evento, de carácter gratuito,
constituye el lugar de encuentro de miles de personas con la tradición
expresada a través de la gastronomía, el singular paseo de artesanos con
expositores de Argentina y representantes de Latinoamérica, y el tradicional
desfile cívico militar, que reúne una innumerable cantidad de público, como así
también la jineteada, con delegaciones criollas invitadas de toda la región.
Los antecedentes de esta fiesta se
remontan al año 1981 cuando la comunidad de Carmen de Patagones comenzó a
organizar la celebración de la Gesta con un evento, que a lo largo del tiempo
ha alcanzado notable envergadura.
La primera edición se identificó con el
nombre de “Fiesta de la Soberanía y la Tradición” organizada por el club Hípico
Tradicionalista Fuerte del Carmen. Consistió solamente en dos días, sábado y
domingo, comenzando por la mañana con el acto inaugural de la restauración de la
Casa de la Cultura y el primer desfile cívico - militar, ubicándose el palco en
la calle Comodoro Rivadavia e Irigoyen. Por la noche en el club Atenas se
realizó el espectáculo artístico con figuras como Alberto Merlo, Suma Paz y los
Cantores de Quillahuán. En instalaciones del club Fuerte del Carmen se hizo la
primera jineteada.
Al año siguiente, la fiesta se realizó
en el club Jorge Newbery y hacia el año 1983 la comisión del club Hípico
Tradicionalista Fuerte del Carmen la desarrolló por primera en la entrada de la
Iglesia Parroquial frente a la plaza 7 de Marzo.
Los artistas locales hicieron su
actuación en la escalinata y en el club Deportivo Patagones, la presencia del
cantautor Horacio Guaraní.
Cambios importantes llegaron en la
década de 90 a raíz de la necesidad de mayor espacio físico y fue entonces
cuando se trasladó a la plaza Villarino. El escenario principal estuvo ubicado
en la intersección de las calles Comodoro Rivadavia y San Martín.
A fines del año 1997 la “Fiesta de la
Soberanía y de la Tradición” paso a denominarse “Fiesta del 7 de Marzo”, la
cual tomó la fisonomía que la caracterizó hasta el año 2008.
A partir del año 2011 pasó a llamarse
“Fiesta de la Soberanía Patagónica”
Breve
reseña de la invasión brasileña del 7 de Marzo.
Carmen de Patagones era, hacia 1827, una pequeña aldea de alrededor de novecientos habitantes enclavada en pleno territorio tehuelche. Luego de años de infortunio, sus pobladores habían logrado una relativa prosperidad gracias a la explotación de las salinas que abastecían a los saladeros rioplatenses y a los que aquí se instalaron. Estos impulsaron la expansión de la ganadería local mientras que el incremento del tráfico marítimo brindó mercados a la producción triguera.
Entre 1825 y 1827, Patagones se vio envuelto en la guerra entre nuestro país y el Imperio del Brasil por la posesión del actual territorio uruguayo. El bloqueo del puerto de Buenos Aires por el enemigo hizo de Patagones un puerto de corsarios a donde éstos conducían a los barcos mercantes brasileños apresados con mercancías de todo tipo y esclavos africanos. El enorme daño que se le infligía a la economía del Imperio indujo a Pedro I a arrasar el Carmen.
En 1826 los maragatos recibieron dos malas noticias: la inminencia de la invasión brasileña y la imposibilidad del gobierno central de enviar refuerzos militares. La angustia se apoderó de la población, pero el coraje y el amor a su tierra pudieron más y aquí se quedaron derrotando su propio temor.
Finalmente, en la madrugada del 7 de marzo los invasores desembarcaron alrededor de 400 infantes que emprendieron una fatigosa marcha de tres leguas por el monte cerrado. La mitad de esta tropa veterana eran mercenarios ingleses como lo era su comandante el capitán James Shepherd.
Cuando el sol asomaba en el horizonte, el enemigo coronaba el cerro de la Caballada. Pero Patagones estaba preparado. En el cerro estaban el subteniente Olivera con ciento veinte jinetes, la mayoría de los cuales eran civiles: chacareros, hacendados, peones, artesanos y comerciantes, además de los gauchos del baquiano José Luis Molina. En el río, los corsarios Harris, Soulin y Dautant y sus tripulaciones, bajo las órdenes del comandante Santiago Jorge Bynon; en el Fuerte, las mujeres y los viejos junto a la infantería africana.
Los jinetes maragatos descargaron sus fusiles e hirieron de muerte al capitán Shepherd. La columna enemiga, agotada, sedienta y sin conductor, comenzó a retroceder buscando el río, pero la caballería de Olivera la arrolló encerrándola entre el río y el monte, envuelto en llamas por la astucia de Molina. A todo galope, un combatiente patriota de diecisiete años, Marcelino Crespo, entró al pueblo por la calle que hoy lleva su nombre gritando la victoria.
Acto seguido, Bynon dirigió el asalto a las naves imperiales, el que concluyó entrada la noche con el arriado del pabellón de la corbeta Itaparica.
Dos de las banderas arrebatadas al invasor que aún se conservan en el templo parroquial dan cuenta del temple de un pueblo altivo que fue capaz de valerse por sí mismo en una circunstancia tan difícil.
Carmen de Patagones era, hacia 1827, una pequeña aldea de alrededor de novecientos habitantes enclavada en pleno territorio tehuelche. Luego de años de infortunio, sus pobladores habían logrado una relativa prosperidad gracias a la explotación de las salinas que abastecían a los saladeros rioplatenses y a los que aquí se instalaron. Estos impulsaron la expansión de la ganadería local mientras que el incremento del tráfico marítimo brindó mercados a la producción triguera.
Entre 1825 y 1827, Patagones se vio envuelto en la guerra entre nuestro país y el Imperio del Brasil por la posesión del actual territorio uruguayo. El bloqueo del puerto de Buenos Aires por el enemigo hizo de Patagones un puerto de corsarios a donde éstos conducían a los barcos mercantes brasileños apresados con mercancías de todo tipo y esclavos africanos. El enorme daño que se le infligía a la economía del Imperio indujo a Pedro I a arrasar el Carmen.
En 1826 los maragatos recibieron dos malas noticias: la inminencia de la invasión brasileña y la imposibilidad del gobierno central de enviar refuerzos militares. La angustia se apoderó de la población, pero el coraje y el amor a su tierra pudieron más y aquí se quedaron derrotando su propio temor.
Finalmente, en la madrugada del 7 de marzo los invasores desembarcaron alrededor de 400 infantes que emprendieron una fatigosa marcha de tres leguas por el monte cerrado. La mitad de esta tropa veterana eran mercenarios ingleses como lo era su comandante el capitán James Shepherd.
Cuando el sol asomaba en el horizonte, el enemigo coronaba el cerro de la Caballada. Pero Patagones estaba preparado. En el cerro estaban el subteniente Olivera con ciento veinte jinetes, la mayoría de los cuales eran civiles: chacareros, hacendados, peones, artesanos y comerciantes, además de los gauchos del baquiano José Luis Molina. En el río, los corsarios Harris, Soulin y Dautant y sus tripulaciones, bajo las órdenes del comandante Santiago Jorge Bynon; en el Fuerte, las mujeres y los viejos junto a la infantería africana.
Los jinetes maragatos descargaron sus fusiles e hirieron de muerte al capitán Shepherd. La columna enemiga, agotada, sedienta y sin conductor, comenzó a retroceder buscando el río, pero la caballería de Olivera la arrolló encerrándola entre el río y el monte, envuelto en llamas por la astucia de Molina. A todo galope, un combatiente patriota de diecisiete años, Marcelino Crespo, entró al pueblo por la calle que hoy lleva su nombre gritando la victoria.
Acto seguido, Bynon dirigió el asalto a las naves imperiales, el que concluyó entrada la noche con el arriado del pabellón de la corbeta Itaparica.
Dos de las banderas arrebatadas al invasor que aún se conservan en el templo parroquial dan cuenta del temple de un pueblo altivo que fue capaz de valerse por sí mismo en una circunstancia tan difícil.
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